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SU METABOLISMO PUEDE DAR CLAVES CONTRA EL SOBREPESO
Hace más de tres años, los médicos de un hospital de Málaga observaron algo inexplicable. Los investigadores del Servicio de Endocrinología del Hospital Virgen de la Victoria llevaban tiempo buscando nuevas claves sobre la epidemia más temible que amenaza a los países desarrollados, que causa problemas de salud a 115 millones de personas y mata cada año a casi tres millones: la obesidad. Aunque frecuentemente se olvida, este es un problema de todos, aunque solo sea porque cada año Europa se gasta más de 3.000 millones de euros en tratar este trastorno de causas evitables. España es uno de los epicentros de esa epidemia, con elevadas tasas de adultos obesos y un posible récord mundial de niños gordos. Por eso los médicos de Málaga se afanaban buscando un nuevo flanco por el que atacar este problema de salud pública que, si no se frena, desemboca en diabetes, enfermedades cardiovasculares y cáncer. Un buen día, la respuesta a la búsqueda de los médicos de Málaga entró caminando en su consulta.
Era un hombre de 52 años que pesaba 185 kilos y sufría obesidad mórbida. Este trastorno es normalmente sinónimo de hipertensión, obstrucción arterial, diabetes… una bomba de relojería en términos sanitarios. Por eso cuando los médicos vieron los análisis de aquel hombre no dieron crédito. El paciente no mostraba ni un marcador de mala salud comparado con una persona de peso normal, parecía sencillamente “inmune” a los problemas asociados a la obesidad. Pronto aparecieron en el servicio de endocrinología más casos de personas que estaban “inapropiadamente sanas para su grado de obesidad” y el mismo patrón apareció en otros hospitales del país. Lo más sorprendente es que algunos de ellos pasaban hasta 10 años sin síntomas de enfermedad ni indicadores de riesgo. Hoy, los obesos sanos son una realidad que ya casi ningún especialista niega y son objeto de un estudio a nivel nacional dentro del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición.
“El número conocido de este tipo de obesos ha ido en aumento debido al rápido avance de la obesidad en general”, explica Francisco Tinahones, director de la Unidad de Endocrinología y Nutrición del Hospital Virgen de la Victoria y uno de los médicos que quedaron sorprendidos con el caso de aquel obeso tan sano. Su equipo cree que este tipo de pacientes pueden esconder las claves sobre cómo lograr ser inmune a las dolencias de la obesidad, lo que, algún día, podría salvar millones de vidas, no solo de obesos, sino también de personas con un peso normal que tienen trastornos metabólicos que les hacen más propensos a sufrir ciertas enfermedades.
Pero, ¿qué es un obeso sano? Nadie lo sabe a ciencia cierta porque no hay una única definición. Por lo general, el concepto se refiere a personas obesas (algo que se mide con el índice de masa corporal) que no tienen los problemas típicos asociados como propensión a la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, hipertensión o altos niveles de colesterol malo. En puridad no puede decirse que sean del todo sanos, pues tienen otras dolencias colaterales como problemas en las articulaciones o falta de agilidad, entre otros. Lo único que está claro es que su perfil es cada vez más frecuente.
Un estudio recién publicado ha estimado que hasta un tercio de todos los obesos de España son “metabólicamente sanos”. En este trabajo, publicado en la revista Atherosclerosis, ser obeso sano quiere decir que se tiene uno o ningún marcador de riesgo asociado a la obesidad. El porcentaje es demasiado alto según algunos especialistas, incluido Tinahones, pero es similar al porcentaje hallado en EEUU, donde se realizó un estudio similar. El trabajo español,realizado por expertos en Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid, también aporta otra dato más preocupante: hasta el 16,8% de todos los españoles (más de siete millones de personas) pueden tener problemas metabólicos a pesar de tener un peso normal. Ese tipo de trastornos, problemas con el sistema que regula el uso y almacenamiento de energía y grasas en el cuerpo, es el epicentro de las investigaciones de Tinahones.
El investigador cree que la respuesta a la inmunidad de los gordos sanos a ciertas enfermedades está en su propia grasa. Este tejido está formado por células llamadas adipocitos. Según Tinahones, los obesos metabólicamente sanos tienen unos adipocitos igual de funcionales que una persona delgada, con la diferencia de que ellos tienen un aporte de energía -en parte por un mayor consumo de alimentos- mucho mayor.
“En la grasa hay células madre multipotentes que son capaces de generar nuevos adipocitos”, explica. “Los obesos que tienen esas células sanas que a su vez permiten generar más células son los que se adaptan mejor al exceso energético”, señala. En cambio, en los obesos metabólicamente enfermos ese mecanismo no funciona. En lugar de generar nuevos adipocitos sanos, sus células adultas se inflaman, acumulando cada vez más energía y dando lugar a perfiles de riesgo.
Parte de los trastornos de ese 16,8% de españoles con pesos normales se deberían al mismo mecanismo. Por eso es tan importante saber cómo funciona exactamente la protección de los obesos sanos. “Este campo se está estudiando mucho porque nos estamos encontrando con obesos que no son diabéticos después de 20 años de obesidad”, resalta Tinahones.
Su objetivo ahora es encontrar el mecanismo biológico detrás de esa protección y buscar una diana terapéutica para tratar los trastornos metabólicos, ya sea en gordos o en flacos. A esto habría que sumarle los factores ambientales. Aunque aún son solo hipótesis, se piensa que los obesos sanos podrían consumir alimentos más saludables y los enfermos, dietas más llenas de grasas saturadas, según Tinahones. Otro factor de riesgo sería engordar de forma acelerada, en contraposición a una evolución más lenta, durante años o décadas.
Todo eso es el futuro. El presente de los tratamientos actuales es muy diferente. “Uno de los mensajes de nuestro trabajo es que tal vez no haya que hacer tanto esfuerzo terapéutico y sí realizar tratamientos diferentes”, señala López-García. “Hoy en día, si eres obeso y vas al endocrino te pesarán, te medirán y te obligarán a perder peso y te clasificarán como un enfermo”, resalta. La experta cree que distinguir entre un tipo u otro de obesidad podría ayudar a hacer el sistema sanitario más eficiente y mejorar los tratamientos.
Pero en el día a día, esto podría ser imposible. Para empezar, “no hay una uniformidad en el tratamiento de la obesidad en España y cada hospital tiene su práctica”, explica Pep Vidal, jefe del servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínico de Barcelona. Por otro lado, no hay una definición consensuada de lo que es la obesidad metabólicamente sana. “Estoy absolutamente de acuerdo en que tendría sentido priorizar a los obesos con un perfil más peligroso, pero desde el punto de vista de la práctica médica el concepto no es del todo útil pues es difícil tomar una decisión”, resalta.
Otro gran problema es cuánto tiempo se puede ser un obeso sano. “Un estudio prospectivo ha demostrado que los obesos sanos tienden a volverse metabólicamente enfermos en unos 10 años”, resalta Tinahones. Los casos de obsesos que permanecen sanos 10 o 20 años con los que se ha topado el médico serían la excepción. De hecho sus propios estudios apuntan a que sólo el 10% de los obesos en España son metabólicamente sanos.
El propio estudio de López-García señalaba que el perfil del obeso sano en España es el de una mujer joven, con alta actividad física y, sorprendentemente, fumadora. No hay forma de saber, por tanto, cuántos obesos sanos dejarán de serlo y cuándo. Por eso, según Vidal, en el día a día de un endocrino, priorizar a unos enfermos sobre otros puede causarles perjuicios, ya que en un futuro pueden desarrollar las mismas enfermedades que los obesos con problemas de metabolismo. López-García coincide. “La obesidad es un problema de salud y yo nunca diría que ser obeso no es malo, estos pacientes deben controlarse”. Pero añade que “se puede tener sobrepeso estando sano”. Para terminar, Vidal resalta una lección realista. “Al final, con la obesidad, acabas tratando solo a la gente que realmente quiere hacer algo”, concluye.