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¿HAY BASES PARA HABLAR DEL ANTROPOCENO COMO ERA?
A primera vista, sólo es una especie de chorizo de tierra. Sin embargo, en sus 39 centímetros de longitud se esconden los secretos de 700 años de contaminación en el norte de España: los incendios forestales del Medievo, las emisiones tóxicas de los Altos Hornos de Vizcaya, los contaminantes procedentes de las fábricas de armas y de cuberterías en Guernica, el parón de la crisis del petróleo. Y, todavía más, sus granos encierran evidencias que apoyan la teoría de que hemos entrado en una nueva página del calendario de la Tierra, ese que dura unos 4.500 millones de años y que en lugar de días, semanas y meses habla de épocas, eras, periodos y eones. La nueva página de nuestro planeta se llamaría Antropoceno.
El equipo del geólogo Alejandro Cearreta extrajo ese cilindro de tierra en 2004 en un lugar idílico: Urdaibai, un territorio vasco dominado por marismas, playas, encinares y acantilados que ha sido declarado Reserva de la Biosfera de la Unesco. Para explicar lo que hace, a Cearreta le gusta citar al geólogo estadounidense Walter Álvarez, padre de la teoría de que un meteorito provocó la extinción masiva de los dinosaurios. “Los sólidos tienen memoria, pero los líquidos y los gases olvidan”, parafrasea el español, profesor de la Universidad del País Vasco.
Sus sólidos, las diferentes capas de sedimentos amontonadas durante siete siglos en las marismas de Urdaibai, hablan por los codos. Su análisis muestra que en las primeras etapas de la Revolución Industrial, entre 1800 y 1860, las concentraciones de hidrocarburos aromáticos policíclicos se multiplicaron por dos. En 1930, con los cercanos Altos Hornos de Vizcaya exportando acero a Europa a todo vapor, la contaminación ya multiplicaba por diez los niveles preindustriales. Y en 1975 llegó el pico. “Los hidrocarburos aromáticos policíclicos provienen de la combustión: de incendios forestales o de la quema de leña. Pero, sobre todo, del carbón utilizado en la industria metalúrgica desde el siglo XIX”, señala el investigador. Otros contaminantes tienen otro origen. “En Guernica se empleó cobre y zinc en la industria de cuberterías”, detalla.
El ‘trending topic’ de la geología
Cearreta es el único español en el grupo de trabajo sobre el Antropoceno designado por la Comisión Internacional de Estratigrafía, el organismo responsable de elaborar la escala de tiempo geológico, el calendario oficial de la Tierra. Allí se estudia si, como propuso en 2000 el premio Nobel de Química holandés Paul Crutzen, el planeta se encuentra en una nueva época geológica, marcada por la contaminación, el cambio climático, la deforestación, la urbanización sin freno y la extinción de especies vegetales y animales. Una nueva época marcada, en suma, por la voracidad del ser humano. “En geología, el Antropoceno es el trending topic”, opina Cearreta, aludiendo al término específico utilizado en la red social Twitter para señalar los principales temas de los que hablan los usuarios en un momento dado.
La Comisión Internacional de Estratigrafía, adscrita a la Unión Internacional de Ciencias Geológicas, estudia actualmente el Antropoceno como “una potencial época geológica”, al mismo nivel que el Pleistoceno, surgido hace 2,6 millones de años, y el Holoceno, la época comenzada hace unos 11.500 años, cuando el final de la última edad de hielo posibilitó la explosión demográfica del ser humano. La Comisión analizará la propuesta de su grupo de trabajo en 2016, durante un congreso internacional en Sudáfrica.
“Hay un gran debate sobre si el Antropoceno comienza con la invención de la máquina de vapor o con la gran aceleración vivida después de la Segunda Guerra Mundial. O en el Neolítico, cuando empezamos a tener control sobre los animales y las plantas que domesticamos”, apunta Cearreta. Otros investigadores han propuesto como arranque del Antropoceno el año 1945, el comienzo de la era nuclear, cuando EEUU detonó la primera bomba atómica en Alamogordo. Desde entonces, la humanidad ha explosionado unas 2.000 bombas nucleares, dejando un rastro radiactivo fácilmente identificable por los geólogos en los suelos de todo el planeta.
Escepticismo
“Para que el término Antropoceno sea aceptado formalmente necesita estar científicamente justificado. Esto significa que la marca geológica que se esté produciendo en los estratos que se estén formando actualmente debe ser lo suficientemente grande, clara y distintiva”, advierte en su web el propio grupo de trabajo del Antropoceno, dirigido por el paleobiólogo Jan Zalasiewicz, de la Universidad de Leicester (Reino Unido).
Para los expertos más escépticos, como Philip Gibbard, de la Universidad de Cambridge, el Antropoceno directamente no existe. “Aunque haya habido cambios importantes, como en la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, yo creo que todavía vivimos con las mismas condiciones que sirvieron para definir el Holoceno. Estamos en una época entre dos glaciaciones: el nivel del mar está alto y la extensión de los glaciares es limitada. Y las actividades humanas no han modificado de manera esencial esas características”, exponía Gibbard recientemente en la revista francesa Science et Vie.
“El Antropoceno existe. Y esta afirmación no se basa en la fe, sino en evidencias. Nuestra especie es el primer agente transformador del planeta”, opina en cambio Cearreta. El estudio de los 39 centímetros de las marismas de Urdaibai, publicado en la revista Science of the Total Environment, “sugiere el año 1800 como límite entre el Holoceno y el Antropoceno en el norte de España”, según los autores. Es la misma fecha que indican otras muestras tomadas en otros puntos del mundo y la misma que propuso el premio Nobel Paul Crutzen. A su juicio, en ese año el planeta habría entrado en un nuevo capítulo de su historia: la época del ser humano.