Astronomía, divulgación, descubrimientos, ecología, innovación...
EN ESPAÑA HAY MEDIO MILLÓN, Y UN 5% ACABA MURIENDO
Suena el despertador, son las tres de la mañana. Un día más en esta batalla por la supervivencia. Mi cuerpo es una cárcel áspera, fea, grasienta y que me cuesta soportar, pero mi voluntad no cabe en la habitación. Soy más inteligente que mi físico y puedo moldearlo a mi antojo. Por eso entregarse al sueño es darle una oportunidad al enemigo. Tu cárcel puede reaccionar y pedirle ayuda a tu subconsciente. Puede pedirte veneno, puede pedirte comida. El autocontrol es imposible, por eso duermo poco.
Por eso también levanto los pies cuando voy sentada en cualquier coche hasta que los muslos me queman. Por eso hago gimnasia a escondidas en los servicios del colegio o en los probadores de los grandes almacenes para adelgazar. Por eso bebo un litro de agua antes de pesarme en el médico. Por eso me encantan las web pro Ana y pro Mia. Grupos donde compartir mi gran frustración. Nadie, ni mi propio cuerpo puede impedir que yo mande sobre mi destino.
Hoy tocan 10 series de abdominales antes del colegio. Me levanto como puedo. Controlo el mareo y ejecuto como un militar la tarea. Sudar es un asco pero una bendición. Antes de ducharme desinfecto todo el baño con lejía y vacío medio bote de ambientador en este aire impuro que me engorda. Coloco las toallas en el suelo para no pisar sus impurezas descalza. También he aprendido que mirarme al espejo me quita fuerzas. Por eso el espejo está dado la vuelta. La rutina de guerra me ha enseñado a ponerme el maquillaje de ojeras a ciegas. Todo tiene que estar perfecto para el momento más importante del dia, el único mensaje que me mantiene con vida: ”Enhorabuena. Ha adelgazado usted 50 gramos". Es la báscula.
Esta es una recopilación del testimonio diario de Rosario, una paciente argentina de la asociación ALUBA (Asociación de lucha contra la bulimia y la anorexia) que ha vencido -tras diez años de batalla- a una de las enfermedades más graves y terribles de esta sociedad, capitalizada por modelos de belleza antinaturales y un estilismo juvenil enfermizo.
Un dia la madre de Rosario encontró por casa una bolsita con una sustancia indeterminada en su interior. Detrás de esa bolsita había otra. Y detrás otra. La casa estaba llena de bolsas de comida podrida que Rosario iba escondiendo como trofeos ganados a voluntad. Todo era apariencia. Platos sucios, cáscaras de plátano visibles, servilletas usadas. Pero nadie había atado cabos.
La niña había tirado o escondido toda la comida durante meses falsificando la huella que supuestamente dejaba su alimentación. Llevaba meses sufriendo una devastadora batalla contra sí misma y acabó en el hospital pesando 35 kilos. Afortunadamente sobrevivió para contarlo en la Red.
En España hay más de 500.000 enfermos diagnosticados, y el 5% de los que padecen anorexia mueren por causas asociadas a ella.
Una enfermedad mental
La anorexia es una enfermedad mental debida a un TCA (Trastorno de conducta alimentaria), un mecanismo autodestructivo del que es muy difícil salir, más que de cualquier droga. Se empieza con el ingenuo acoso escolar que margina a los más obesos del colegio y se acaba atrapado por una dieta milagro inventada por una adolescente con ganas de ser una princesa de Frozen.
Con Ana (anorexia) se pierde toda capacidad para distinguir la enfermedad del sacrificio; la alimentación coherente de la dieta de la alcachofa. La voluntad engulle el raciocinio en busca de un canon de belleza que impone la sociedad narcisista. Son los famosos 'wannabe' (quiero ser como Barbie). No comen. Hacen sobreejercicio y se autoflagelan con estereotipos inalcanzables. Muchas veces exageran su conducta en redes sociales para reafirmarse como miembros de la tribu, dejando mensajes envenenados a nuevos e ingenuos miembros.
Con Mia (Bulimia) se termina de perder el control. Episodios de sobrealimentación que volatilizan la falsa autoestima ganada por Ana y a los que siguen purgas o vómitos voluntarios como penitencia a tanto descontrol o falta de voluntad. Las guias del vómito proliferan en la red como manuales de supervivencia.
Con ambas, la lucha interior del enfermo es constante y se basa en la soledad. No comparte sus miedos porque, ante todo, se siente incomprendido. Todos son enemigos. Su familia, los médicos, hasta la persona misma y su instinto natural de supervivencia es un rival hostil. Solo encuentra apoyos y refugio en gente como ellos. Esto es, más enfermos, es la empatía del sufrimiento. Con ellos, con sus cientos de webs, blogs o perfiles de Twitter comparten sus anhelos y un estilo de vida imposible. Convertirse en princesas para poder encontrar algún día su príncipe azul. Así de simple. Así de terrorífico. Una enorme mentira.
Es descorazonador la expansión del universo Ana y Mia en la red. Más de 100.000 páginas pro Ana y Mia solo en castellano. “Ser bulímica es ser perfecta” “¿Acaso viste alguna princesa gorda?”, “Las mascotas de casa son nuestras aliadas. ¡Dales tu comida!”, “¡Honrarás a los laxantes y a las pastillas!”. El refugio de miles de adolescentes, la mayoría creados por menores de edad. Un universo de ninfas, mariposas, princesas huesudas y modelos de costillar marcado que buscan la filiación de nuevas jóvenes con esta estética de falsa belleza. Lo último es cortarse los brazos y piernas pensando que con ello se quema calorías. Muchas de estas páginas han sido descubiertas por médicos que advirtieron que sus pacientes recién ingresadas usan trucos propios de pacientes más avanzados.
El mayor peligro de estos contenidos no es para con los propios enfermos, como reconocen los psicólogos. El peligro de la apología de la anorexia es para los nuevos visitantes. Adolescentes con poca autoestima o llenos de curiosidad que no han desarrollado ningún trastorno pero que son susceptibles de ello por su estado anímico o su implicación con las nuevas modas. Tampoco se barrunta eficaz la censura total de webs y perfiles en mentes obsesionadas con el tema y dispuestas a autoreplicarse. Mucho más valientes son la educación y el autocontrol de cada comunidad o red social para mantener el difícil equilibrio entre libertad de expresión y tolerancia cero con la apología.