Astronomía, divulgación, descubrimientos, ecología, innovación...
SUDOR, RESFRIADOS, SARPULLIDOS
Javier se sienta en la silla del estudio de tatuaje y extiende el brazo. "¿Qué frase querías?", le pregunta la tatuadora, aguja en mano. "Never give up (Nunca te rindas)", contesta él. Javier es uno de los miles que deciden tatuarse una frase motivadora en un lugar visible para mejorar su actitud ante la vida. Lo que desconoce es que el tattoo también afectará a su salud. Entre otras cosas porque es probable que, a partir de ese momento, se resfríe más.
Al menos eso es lo que se desprende de un reciente estudio de la Universidad de Alabama dado a conocer en la revista especializada 'American Journal of Human Biology'. Según demostraron sus autores, cuando nos hacemos un tatuaje el estrés que causa en nuestro cuerpo afecta las defensas, y nos volvemos más vulnerables a infecciones comunes.
Sin embargo, a la larga, tener varios tatuajes corporales fortalece al sistema inmune y mejora nuestra capacidad de combatir los gérmenes. Concretamente, los científicos comprobaron que después del primer tatuaje caen en picado los niveles de inmunoglobulina A, una molécula que funciona como primera línea de defensa frente a resfriados y otras infecciones.
No obstante, a partir del segundo tatuaje, el sistema inmune se hace más fuerte y las defensas se mantienen en su posición.
"Es como cuando nos ejercitamos intensamente en el gimnasio: si venimos de estar en baja forma, al principio solo sentimos dolor", aclaran los investigadores. Pero si perseveramos en el ejercicio, nos volvemos mucho más fuertes.
Otra consecuencia poco deseable que puede tener un tatuaje es que la piel reaccione con hostilidad. Una de cada diez personas que se tatúan sufren picores, sarpullidos, enrojecimiento cutáneo o infecciones, según un reciente estudio dermatológico neoyorquino publicado en la revista Contact Dermatitis. Y, en ocasiones, los problemas persisten durante años.
Menos conocido por el público general es el efecto que tienen los tatuajes sobre la sudoración. Realizar dibujos con tinta en la piel reduce a la mitad la producción de sudor, tal y como sacaba a la luz una reciente investigación estadounidense.
Además de que su composición cambia, ya que contiene más sodio cuando se produce en una piel tatuada. Según Maurie Luetkemeir y sus colegas, se debe a que la tinta se deposita a una profundidad similar a la de las glándulas sudoríparas.
Cuando sudamos, normalmente la piel recupera parte del sodio y otros electrolitos. Los tattoos, sin embargo, reducen nuestra capacidad de reabsorción. Una consecuencia nada baladí dado que una piel completamente cubierta de tatuajes dejará escapar nutrientes importantes y perderá su capacidad de enfriarse cuando el calor apriete.