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IMAGINA NO RECORDAR NINGÚN AROMA DEL MUNDO

Así es el día a día de una persona sin olfato

“En el recuerdo, todos los perfumes son imperecederos”, escribió Patrick Süskind en 'El perfume', pero hay muchas personas que no pueden oler nada de nada, desde que se levantan hasta que se acuestan.

Olfatovauvau en Flickr bajo licencia CC

¿Qué te inspira el olor a palomitas de una sala de cine? ¿O el olor a colonia de bebé? ¿O el increíble aroma del petricor, el olor tan característico de la lluvia?

Probablemente, no hemos reparado en la importancia que tienen porque no tienes alterado el sentido del olfato, pero hay muchas personas que viven en un mundo totalmente inodoro, bien porque han nacido así o bien porque han perdido esa capacidad.

La mayoría de la gente no considera la percepción de olores como un logro, ya que es un reflejo pasivo que está como una música de fondo en nuestras vidas y a la que prestamos atención sólo de vez cuando. Aunque no le demos la importancia del resto de sentidos, el olfato va conectado a la memoria, a los recuerdos y nos hace reconocer a la gente y las cosas que queremos.

La pérdida olfativa se llama anosmia y puede ser resultado de un accidente o una enfermedad y tiene variantes en personas que pueden llegar a percibir los olores de forma distorsionada (parosmia) o incluso llegan a experimentar alucinaciones olfativas (fantosmia). Por no hablar de las personas cuya pérdida del olor se acompaña de una pérdida paulatina del gusto.

Un documental de Jacob La Mendola recoge las experiencias de personas con estos problemas. En él, aparece gente que lo ha perdido a causa de enfermedades, como tumores cerebrales, o por accidentes y gente que lo padece de forma hereditaria.

“Mi padre no podía oler, mi tío no podía oler y mi abuelo no podía oler así que siempre tuve claro que yo tampoco podría”, cuenta un afectado ante las cámaras.

En el vídeo, surgen historias personales como una persona impotente por no saber cómo huele su hijo y que cuenta que hay cosas como ésta “que no se pueden describir”.

“Por las mañanas el tren va muy lleno así que vas pegado a la gente y un día tenía el pelo de una señora mayor dándome en la cara y casi me sentí afortunado por no poder oler nada”, cuenta otro en tono de humor. “Cuando la gente dice que 'huele a lluvia' me extraña mucho porque no entiendo cómo la gente puede oler el tiempo”, dice otro afectado resignado.

El olor tiene un fuerte poder de reminiscencia en nuestro cerebro, además de su inequívoco impacto en el sentido del gusto y, sobre todo, por su importancia en nuestras interacciones sociales y relaciones personales.

“Todavía cuando me ducho me gusta echarme crema con olor y perfume, para sentirme como cualquier otra mujer”, cuenta otra persona que perdió este sentido hace años.

Imaginaos no poder llegar a saber cómo huele un coche recién estrenado, los guisos de la casa de tus abuelos en el pueblo o no poder recordar el olor individual de un amante.

Es como estar separado del mundo por una mampara de cristal o por un traje de neopreno que tapara la nariz. Estas sensaciones se recogen muy bien en una exposición de la fotoperiodista Eleannor de Boneval sobre la anosmia.

También hay que mencionar los peligros para estas personas por un posible escape de gas o de alimentos en mal estado... Además, más de un 80% de afectados de anosmia puede experimentar episodios depresivos, según cuenta un experto en una entrevista en 'Le Figaro'.

¿Cuáles son las principales causas de la anosmia? Puede tener origen congénito, ya que el bebé puede nacer sin las vías de conducción de la información olfativa. Pero también puede tener origen en una lesión cerebral, una infección viral o enfermedades inflamatorias crónicas como la rinitis alérgica o la poliposis nasal.

Además, el olfato se va deteriorando de forma natural con la edad, pero según algunos estudios puede estar vinculado a la aparición de Alzheimer.

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