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EN BUSCA DE LAS SUSTANCIAS PROHIBIDAS

Así funciona la tecnología que permite luchar contra el dopaje en los Juegos Olímpicos

El Laboratorio de Control Antidopaje de Río de Janeiro analizará este verano más de 6.000 muestras de sangre y orina de atletas. La técnica, conocida como espectrometría de masas, permite identificar las sustancias prohibidas por la Agencia Mundial Antidopaje.

El Laboratorio de Control Antidopaje está instalado en la Universidad Federal de Río de Janeiro. IAEA Imagebank en flickr cc

Rusia no participará en los Juegos Paralímpicos que se celebrarán en Río de Janeiro en septiembre. Así lo ha decidido recientemente el Comité Paralímpico Internacional (CPI) en base a los resultados del informe McLaren, que denunciaba el mes pasado el dopaje de Estado que afecta a los deportistas rusos, tanto olímpicos como paralímicos.

El alcance de la manipulación ha salido a la luz tras analizar las muestras de los atletas que acudieron a los Juegos de Sochi en 2014: si antes del verano ya se habían detectado 35 pruebas falseadas, un segundo estudio solicitado por el CPI ha elevado la cifra a 44. Por otro lado, la revisión de los tests realizados a deportistas de Pekín 2008 y Londres 2012 ha resultado en un total de 45 nuevos positivos.

¿Y qué pasa con los JJOO de Río de Janeiro? Según el gobierno brasileño, en el Laboratorio de Control Antidopaje, ubicado en la Universidad Federal de Río de Janeiro, se analizarán más de 6.000 muestras de orina y sangre. Unos 300 profesionales trabajan en las instalaciones para garantizar que los resultados estén listos en un día.

Sin embargo, hace sólo un mes que la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) le daba el visto bueno definitivo, confirmando que cumple con los estándares internacionales (tras haber suspendido su actividad pocas semanas antes). Solo 30 laboratorios en todo el mundo tienen su aprobación y el más cercano a Río de Janeiro era el de Bogotá, en Colombia.

La tecnología protagonista en todos ellos es la espectrometría de masas, un método de análisis que sirve para determinar las moléculas presentes en una mezcla en función de sus masas y la trayectoria que siguen al cruzar un campo eléctrico magnético o eléctrico.

Los aparatos actuales permiten determinar los componentes con más precisión e identificar cantidades mínimas de drogas o sus metabolitos, incluso semanas después de haber sido consumidas. La lista de la AMA contiene más de 500 sustancias prohibidas, entre las que se encuentran esteroides, estimulantes y hormonas.

En estos sistemas de detección, las moléculas se ionizan (adquieren carga eléctrica) de forma que algunas se rompen en los elementos que las constituyen. El resultado es sometido después a campos magnéticos y eléctricos que las obligan a tomar diferentes trayectorias en función de su masa. Su viaje termina en los detectores, que miden cuánto se ha desviado cada partícula. A partir de esta información, se calcula la relación entre la masa y la carga que sirve para identificar las sustancias.

Las instalaciones más modernas constan de varios de estos equipos funcionando en tándem, es decir, uno recoge los productos del anterior para volver a ejecutar el análisis. La estrategia mejora la precisión de la técnica, disminuyendo el número de errores: cuanto más pequeñas son las unidades a analizar, más fácil resulta identificarlas.

El laboratorio de Río de Janeiro cuenta con varios de estos sistemas en cadena, incluido uno que utiliza cuadropolos -un grupo de cuatro imanes cilíndricos cargados eléctricamente-. Se les aplica también una tensión de radiofrecuencia, de manera que actúan como un filtro al desviar sólo algunos iones. Ajustando este voltaje, los científicos pueden seleccionar las moléculas en base a la relación entre su masa y la carga.

Aun así, diferenciar entre los diminutos fragmentos puede resultar difícil. Por eso, en el laboratorio brasileño cuentan con instrumentos aún más precisos, como un orbitrap y un analizador de tiempo de vuelo −dos tipos de espectrómetros de masas−.

En vista de las armas usadas para la lucha antidopaje, los tramposos recurren a métodos cada vez más rebuscados para burlar los controles. Desde consumir medicamentos para animales hasta hormonas peptídicas o factores de crecimiento, ambos incluidos en la lista de la AMA a mediados de los 2000. Por mucho que cambien sus tácticas, la tecnología continúa siendo una aliada implacable contra el dopaje (otra cosa es la voluntad humana).