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GEN RESPONSABLE DEL DOLOR
Los autores de una investigación publicada en el 2006 describían cómo habían descubierto un gen responsable de que sintamos dolor, el SCN9A. Lo identificaron al analizar la sangre de varias familias pakistanís que eran inmunes a este sufrimiento, un extraño hallazgo que abrió una nueva vía en para el alivio del dolor.
Si una persona o animal carece del SCN9A, o este no funciona bien, no puede experimentar esa desagradable sensación. Por tanto, si pudiéramos desactivarlo, evitaríamos un sufrimiento, a veces crónico, que suele tratarse con multitud de analgésicos que pueden causar efectos secundarios y adicción.
Desde su descubrimiento, numerosos expertos han estudiado este gen del dolor. Recientemente, una investigación ha propuesto una manera de desactivarlo: los investigadores han utilizado la herramienta de edición genética CRISPR en ratones para bloquearlo y aumentar la tolerancia al dolor. Los efectos duraron 44 semanas. Si resulta también efectivo en humanos, la terapia podría suponer una alternativa a fármacos como los opioides.
Línea directa con el cerebro
El tratamiento, desarrollado por la ‘startup’ estadounidense Navega Therapeutics, no produce un cambio permanente en el ADN. Emplea una variante de CRISPR (normalmente utilizada para eliminar genes) que se une al gen responsable del dolor y lo bloquea, impide que se exprese y cumpla su función.
El SCN9A contiene las instrucciones para que se forme un canal de sodio (el Nav1.7), una especie de cable para transmitir información en el sistema nervioso. En este caso, la activación del canal permite que las señales de dolor lleguen al cerebro. Además, el gen controla también su modulación; decide si se envían más o menos señales y, por ende, que la sensación sea más o menos intensa.
Algunas raras mutaciones en el SCN9, como la de la familia pakistaní, hacen que se envíe menos información al cerebro, mientras que otras producen el efecto contrario, de forma que sus portadores son muy sensibles al dolor.
Desde la identificación de este mecanismo, muchas empresas farmacéuticas e investigadores trabajan para desarrollar fármacos que puedan modificarlo y aliviar el sufrimiento de muchos pacientes. Principalmente, han intentado crear medicamentos para bloquear el canal, aunque sin mucho éxito.
Una alteración genética precisa y puntual
Otros investigadores han demostrado que al eliminar el gen SCN9 en ratones, los animales dejan de sentir dolor. Pero esta estrategia no podría aplicarse en personas, pues conllevaría riesgos y podría tener efectos indeseables. El dolor es necesario: actúa como un sistema de alarma que nos indica que algo anda mal en el cuerpo.
Por eso, el tratamiento que desarrolla la empresa estadounidense no pretende eliminar esta sensación totalmente, solo aminorarla. Los roedores que recibieron la inyección con el preparado en el laboratorio tardaban más tiempo en apartarse de una fuente de dolor y pasaban menos tiempo mostrando signos de estar heridos.
Si bien se trata de una idea prometedora, todavía queda mucho camino por recorrer e incógnitas por resolver. Sus responsables han descubierto que el mismo tipo de canal de sodio está presente en neuronas sensoriales de la nariz, por lo que la administración de la terapia podría traducirse en una pérdida de sensibilidad olfativa.
Los expertos tampoco saben cuánto tiempo duraría el efecto en personas ni si los pacientes podrían recibir una segunda dosis. Pero sí han observado algo muy positivo: no han detectado en los roedores ninguno de los efectos secundarios causados por analgésicos como los opioides, que actúan sobre los neurotransmisores y cuyo uso prolongado puede aumentar la sensibilidad al dolor o alterar ciertas funciones motoras.