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PUBLICA LAS DIEZ ESPECIES APTAS PARA COMER
Ya se comen desde hace años en algunos países europeos y cada vez más restaurantes de Ámsterdam, París, Bruselas, Berlín o Copenhague se animan a incluir en su carta saltamontes o langosta, no la de mar, sino el insecto migratorio. Bélgica ha roto el tabú sobre el consumo de estas especies que la FAO recomienda por ser ricas en proteínas, autorizando diez insectos que podrán venderse para alimentación humana.
La Agencia Federal para la Seguridad Alimentaria (AFSCA), ha publicado este mes una lista de diez especies que podrán ponerse en el mercado. Los belgas podrán comprar o elegir en la carta de un restaurante entre solomillo de ternera o grillo doméstico, ensalada o langosta migratoria africana, pasta o gusanos de la harina gigantes, gusanos Búfalo, polillas de la cera, langosta peregrina, grillo rayado, polilla chica o gusanos de seda.
La iniciativa belga cierra así un vacío legal en un país donde ya se consumen este tipo de insectos desde hace años, aunque su comercialización aún no está autorizada oficialmente en la Unión Europea.
“No podemos aceptar una situación hipócrita donde los Estados en principio prohíben todos los insectos como producto, pero los toleran. Hemos querido suprimir la incertidumbre jurídica para las empresas alimentarias que se desarrollan en este sector”, según explica el portavoz de la agencia de seguridad alimentaria belga, Jean-Paul Denuit, al diario Le Figaro.
La legislación europea prevé que los nuevos alimentos que se ponen en el mercado estén sujetos a una evaluación de los Estados miembros y de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, hasta recibir el visto bueno de la Comisión Europea. En caso de que el país en cuestión demuestre una demanda significativa de determinados alimentos previa a 1997 en Europa, estos pueden comercializarse directamente. Pero hasta ahora ningún consumo significativo ha sido formalmente probado.
La única condición que impone Bélgica para el consumo de estas diez especies de insectos es “la aplicación de buenas prácticas higiénicas, la trazabilidad, una notificación obligatoria, el etiquetaje y un sistema de autocontrol”, según publica la agencia alimentaria belga en su página web. Las granjas para la cría de insectos deberán registrarse ante la agencia, y los transformadores y distribuidores deberán solicitar una autorización para ponerlos en el mercado.
“Los insectos que hemos autorizado se consumen regularmente en algunas partes del mundo y en Bélgica sin que se hayan observado graves consecuencias”, matiza el portavoz de este organismo en Le Monde.
En mayo, la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) decidió animar oficialmente a la cría de insectos para alimentación a gran escala, con la evidencia de que 2.000 millones de personas ya los consumen en todo el mundo
Según este organismo, la ventaja que ofrecen saltamontes, grillos o langostas migratorias respecto a la carne es que se reproducen rápidamente y “tienen índices de crecimiento y de conversión en alimento con un débil impacto en el medio ambiente durante todo su ciclo de vida”.
Para hacerse una idea, mientras las especies ganaderas bovinas necesitan ocho kilos de alimento para producir un kilo de carne, con dos kilos de alimento se obtienen dos kilos de insectos para alimentación humana, según el informe que presentó la FAO en mayo.
Los expertos de la ONU argumentan además que estas especies “son nutritivas, con una presencia elevada de proteínas, materia grasa y minerales y pueden consumirse enteras, en pasta o polvo o añadirse a otros alimentos”.