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CANCERÍGENO Y CAUSANTE DE PROBLEMAS CARDÍACOS
El peligro en cuestión se llama bisfenol A, un químico industrial que se utiliza para hacer policarbonato, un tipo de plástico muy resistente. Hace décadas que sabemos que es cancerígeno y que puede provocar problemas cardíacos pero, según un informe reciente, sigue presente en un buen montón de envases de Estados Unidos.
En 2010, la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos) pidió que se eliminara esta sustancia de los biberones y los envases de comida infantil, ya que podía afectar al desarrollo de los niños y fomentar la aparición de tumores. Acto seguido, la Unión Europea prohibió el uso de bisfenol A en la fabricación de biberones.
La situación parecía bajo control… hasta este mes, cuando un estudio realizado por la ONG Enviromental Working Group ha revelado que dos tercios de las latas de conserva que se venden en Estados Unidos contienen bisfenol A. Peor aún. Según el estudio, se ha encontrado esta sustancia incluso en envases que declaran estar libres de ella.
Biberones con la insignia “libre de bisfenol A”.
La situación es sorprendente de por sí, pero lo es más si tenemos en cuenta que en 2014 la propia FDA relajó sus advertencias al considerar que el uso de esta sustancia por parte de la industria alimentaria era ya residual. Algunas organizaciones, como el Enviromental Working Group, consideran que las administraciones deberían prohibir el uso de bisfenol A en todos los envases de comida.
En Estados Unidos, una gran superficie vende biberones bajo la insignia: “libre de bisfenol A”
En España el bisfenol A está autorizado para la fabricación de materiales plásticos que entren en contacto con los alimentos en base a un reglamento de la UE.
La web del Ministerio de Sanidad informa con extraordinaria precaución de la toxicidad de esta sustancia: “La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria”, dice, “ha concluido que el bisfenol A, a dosis altas (más de 100 veces la ingesta diaria tolerable), puede probablemente causar efectos adversos en el riñón y el hígado así como efectos en las glándulas mamarias de los roedores, sin embargo, el mecanismo de acción que relaciona la exposición y estos efectos no está claro”
Así que la pregunta obvia es: ¿debería preocuparnos?
Y, según las principales agencias de salud del mundo, la respuesta es no. Porque, aseguran, nuestros niveles de exposición al bisfenol A están entre 3 y 5 veces por debajo de los tolerables. De hecho, la Agencia Europea para la Seguridad Alimentaria sostiene que, en base a la evidencia científica, no puede decirse que esta sustancia sea perjudicial a la salud humana. Siempre, por supuesto, que su ingesta no supere la máxima tolerable.
Quizá, en el caso del bisfenol A, deberíamos aplicar la famosa máxima del médico y alquimista Parecelso: el veneno está en la dosis. Y nuestras dosis, en este caso, distan mucho de ser preocupantes.