Pruebas de autodiagnóstico de COVID-19: paso a paso para realizarlas correctamente
Astronomía, divulgación, descubrimientos, ecología, innovación...
NO SOLO PARA EL SARS-CoV-2
Además de las vacunas ya aprobadas, hay más de 250 aún en diferentes fases de desarrollo. Uno de los mayores retos para lograr que sean efectivas es la tendencia del SARS-CoV-2 a cambiar su código genético y generar nuevas variantes. Los virus ARN como él se caracterizan por la rapidez con que se desarrollan y mutan, generando nuevas variantes.
Aunque ha sido sin duda el más grave, el actual coronavirus no es el único que ha causado estragos en todo el mundo. Le precedieron el SARS-CoV en el 2002, responsable del síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés) y el MERS-CoV en el 2012, causante del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS, por sus siglas en inglés).
Toda la familia tiene un origen común: animales como los murciélagos, las civetas y los camellos. Y, previsiblemente, no son los únicos. Muchos otros coronavirus se encuentran en la naturaleza y podrían, en las condiciones adecuadas, pasar a otros animales y a humanos y volver a ocasionar otra epidemia en el futuro.
Por esta razón, científicos de todo el mundo abogan por desarrollar una vacuna eficaz no solo para contener la actual pandemia de covid-19, sino capaz de pararles los pies a todos los coronavirus conocidos y nuevos que puedan surgir.
Virus con muchas caras
Las vacunas actuales hacen que el organismo genere anticuerpos que neutralizan a los virus, pero que son específicos para una o un puñado de sus variantes. Sin embargo, existen otro tipo de anticuerpos ampliamente neutralizantes que podrían actuar sobre varios virus de una misma familia como los coronavirus, los virus de la gripe o el VIH.
Las denominadas vacunas panvirales (de amplio espectro) provocarían la activación de este tipo de respuesta inmunitaria, de manera que podrían ser utilizadas para prevenir o tratar virus emparentados, incluso aquellos que todavía se desconocen y que podrían suponer una grave amenaza en el futuro.
En término evolutivos, el SARS-CoV-2 es un patógeno con una baja capacidad de evadir el sistema inmune. No ha desarrollado los mecanismos necesarios para evitar el ataque de los anticuerpos ni para neutralizarlos. Se debe a que, en general, el virus pasa poco tiempo en el cuerpo de un infectado antes de pasar al siguiente.
El VIH, sin embargo, es el ejemplo opuesto. Con frecuencia, permanece mucho tiempo en el organismo de una persona antes de contagiar a otros. Así, tiene la oportunidad de conocer los ataques del sistema inmune y desarrollar variaciones para escapar. En un solo individuo infectado, puede haber alrededor de 100.000 cepas diferentes que pueden ser transmitidas.
Una vacuna para este virus necesitaría inducir la producción de anticuerpos neutralizantes de amplio espectro efectivos para la mayoría de las variantes. Si bien ya hay estudios que tratan de desarrollarla, y no es algo imposible, todavía falta mucho por avanzar en su búsqueda.
El virus de la gripe también tiene una importante capacidad de evasión del sistema inmune y, por tanto, de mutar. En su caso, la estrategia que se ha adoptado es la de cambiar las vacunas cada año en función de aquellas variantes que se prevén para la temporada.
Variantes del SARS-CoV-2 más resistentes
Ya se ha observado que la variante sudafricana del SARS-CoV-2 ha desarrollado mecanismos de evasión que hace que algunas vacunas pierdan efectividad. Un fenómeno que puede seguir ocurriendo.
A medida que pasa el tiempo, la infección incontrolada y prolongada en pacientes inmunodeprimidos puede dar al coronavirus la oportunidad de conocer al sistema inmune y aprender a evitarlo. Entonces, necesitaremos vacunas para neutralizar tanto las nuevas variantes como a la forma original del patógeno.
Hasta el momento, se han aislado anticuerpos ampliamente neutralizantes efectivos contra el SARS-CoV (causante del SARS) y el CoV-2 en voluntarios infectados con uno de los dos virus. Estos podrían ser la base para fabricar vacunas que actúen sobre todos los coronavirus relacionados con los SARS, incluyendo aquellos que todavía no han surgido.
Asimismo, se han encontrado este tipo de anticuerpos para los betacoronavirus, un género que incluye al virus del MERS y muchos coronavirus estacionales, como los causantes de resfriados.
Dos expertos se unen a otras voces en un reciente artículo publicado en Nature donde advierten de la necesidad de invertir en el descubrimiento de esta clase de anticuerpos y en el desarrollo de vacunas que puedan activarlos. Ahora, aseguran, es el momento idóneo tanto para actuar frente a la actual pandemia como para prepararnos ante otras posibles que ocurran en el futuro.