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Un estudio desmonta el mito de que el placer tras el sexo y un golpe producen la misma expresión
Entre las muchas leyendas urbanas, hay una que relaciona el orgasmo con el dolor. Según esta leyenda, ambas sensaciones dejan los mismos rasgos en la cara cuando se producen y podemos transmitir esa sensación a las personas que nos están viendo.
Pero esa idea es eso, una leyenda urbana. Ha quedado demostrado por un estudio científico que acaba de publicarse.
De acuerdo a investigadores de las universidades de Glasgow y Montfort, en Reino Unido, y de la Universidad Autónoma de Madrid, los seres humanos somos capaces de distinguir si las expresiones de un rostro se deben a un estado máximo de placer o a habernos golpeado con un mueble.
Para llegar a esta conclusión, pidieron a 80 adultos (la mitad mujeres, la mitad hombres) que evaluaran los rotros de unas caras animadas, que eran capaces de hace 42 movimientos en diferentes partes de la cara.
Tenían que decir si eran orgasmos, dolor o algo completamente distinto. Usaron sus respuestas para mejorar los modelos y se los mostraron a otras 104 personas. Además, los pacientes fueron divididos en dos grupos culturales, la mitad de culturas occidentales y la otra mitad de asiáticas.
Los científicos vieron diferentecias entre dolor y placer, ya que la mayoría de los sujetos fueron capaces de decir a qué se correspondía cada imagen. Es decir, vieron diferencias muy claras entre caras de orgasmo y caras de sufrimiento.
Sin embargo, aunque “los modelos de expresión facial del dolor son similares en todas las culturas”, de acuerdo al estudio había diferencias en la forma de interpretar el orgasmo. Así, las personas de culturas occidentales tendían a elegir ojos muy abiertos y bocas embobadas como propias del orgasmo. Sin embargo, los asiáticos optaban por caras sonrientes con labios endurecidos.
Los investigadores han explicado que su estudio puede servir para saber cómo los humanos interactúan desde una perspectiva cultural. Es decir, que el dolor y el orgasmo pueden transmitir mensajes mediante nuestro rostro, pero que la forma de que lleguen al receptor depende de nuestro poso social. Así, ya tenemos claro que no todas las caras son iguales y que hay que estar atentos a lo que vemos en esa persona.