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MECANISMO DE AHORRO ENERGÉTICO

Tu cerebro podría tener la culpa de que tu dieta no funcione

Cuando el alimento escasea, un conjunto de células del cerebro de los mamíferos actúa para reducir el consumo de calorías en el cuerpo y ahorrar energía. Todo un complot neuronal contra el adelgazamiento.

Un grupo de neuronas se encargan de activar el modo de bajo consumo de calorías en el organismoPhil Gradwell/Flickr

Lo has intentado miles de veces y no hay manera: por mucho que te esfuerzas con las dietas, no logras perder todo el peso que te propones. Aunque existen multitud de factores que pueden impedir que alcances tu meta, hay uno que no tiene que ver con tus debilidades culinarias, sino más bien con la biología.

Un reciente estudio, recogido en la publicación ’eLife’, sugiere que un grupo de células cerebrales podrían activar el modo de bajo consumo energético del organismo cuando escasea el alimento, con lo que este quemaría menos calorías. Esto ocurriría también durante un régimen, por mucho que en este caso el pasar hambre sea voluntario.

La cuestión es que, según los investigadores, el cuerpo funciona como un termostato, equilibrando la cantidad de calorías que ingerimos y las que gastamos. “Cuando comemos menos, lo compensa quemando menos calorías, lo que hace más difícil que perdamos peso”, explica Clémence Blouet, coautora del trabajo e investigadora en la Universidad de Cambridge. Aunque los expertos ya sabían que el cerebro regula este proceso, el mecanismo exacto con el que lo consigue continúa siendo “un misterio” para los científicos.

La nueva investigación, no obstante, aporta luz a este asunto. Los investigadores han estudiado un grupo de neuronas del hipotálamo en ratones –un modelo animal que comparte similitudes fisiológicas con los humanos– encargadas de regular el apetito. Así, han descubierto que este conjunto de células, conocidas como neuronas AGRP (de ‘neuropéptidos relacioanados con la proteína agouti’), son las responsables de iniciar el modo de bajo consumo calórico: normalmente se activan para hacernos sentir hambrientos, pero cuando falta el alimento actúan para disminuir el gasto energético, impidiendo que adelgacemos.

Los autores del estudio sugieren que sus hallazgos podrían utilizarse para diseñar nuevas terapias contra la obesidad o estrategias para evitar la ingesta excesiva de comida. Además, dan una buena noticia para todos aquellos que se encuentren en plena operación bikini: el secreto está en combinar el ejercicio físico con una reducción moderada en la cantidad de alimento. Llegar a la inanición puede resultar contraproducente.

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