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COMO HACEN PERROS Y ROEDORES
Al gesto universal de saludarse estrechando la mano se le han buscado todo tipo de explicaciones, desde un intento de mantener dos antebrazos de distancia de separación frente al desconocido hasta enseñarle que no llevamos armas en las manos y que nuestras intenciones son pacíficas. La ciencia ha decidido resolver de una vez por todas el misterio, y ha llegado a la conclusión de que la finalidad de esta ancestral costumbre es acercarnos lo suficiente a una persona para poder olisquearla. Como hacen los perros y los roedores, aunque con bastante más sutileza.
De acuerdo con un estudio realizado por neurobiólogos del Instituto Weizmann, al estrechar la mano de otro individuo dejamos en su piel un rastro de señales químicas. Es más, después de este saludo, el número de segundos que dedicamos a olisquear nuestra palma derecha es el doble que en cualquier otra circunstancia. Y lo hacemos precisamente para 'analizar' el olor de nuestro interlocutor.
"Los seres humanos no nos exponemos pasivamente a las señales químicas sociales, sino que hemos comprobado que las buscamos de manera activa", afirman los autores.
Independientemente de sus orígenes, un apretón de manos dice mucho más sobre nuestra edad que las arrugas. Investigadores de la Universidad Stony Brook de Nueva York llegaron a la sorprendente conclusión de que la fuerza con la que estrujamos la mano puede ayudarnos a saber cómo de rápido envejece la persona que tenemos delante.
Es más, un saludo excesivamente suave suele estar asociados con mala salud y niveles elevados de mortalidad y declive cognitivo. A lo que se suma que la fuerza del gesto permite comparar cómo de rápido envejecen (es decir, la edad biológica) personas con la misma edad cronológica (la del carnet de identidad).
Lo que también ha demostrado la ciencia es que estrechar la mano supone un antes y un después para la sesera. Escudriñando con un escáner cómo reaccionan las redes neuronales de nuestro 'cerebro social', científicos de la Universidad de Illinois comprobaron que este gesto produce cambios inmediatos en la respuesta de la amígdala y el surco temporal superior que nos predisponen a crearnos una buena primera impresión.
Por si fuera poco, el núcleo accumbens, asociado a las recompensas, es más activo si dos personas que acaban de conocerse se estrechan la mano que si sólo intercambian saludos.
"Sin duda este gesto no sólo aumenta la predisposición a una interacción amigable, sino que disminuye el impacto de cualquier impresión negativa, de cualquier posible malentendido", concluyen los investigadores. Si la primera impresión es la que cuenta, que te coja siempre con la mano extendida.