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LOS RIESGOS DE AUTOMEDICARSE
Según los datos de la última Encuesta Europea de Salud en España, el 21,6% de los españoles confiesa que se automedica a menudo. Y este porcentaje aumenta cada año.
Los medicamentos más demandados para esta práctica tan habitual y poco recomendable son los antiinflamatorios, los antibióticos y los analgésicos.
“Bueno, pero es que los analgésicos tampoco son tan fuertes”, dirás claramente equivocado. Deja de verlos como pastillas mágicas para el dolor, porque no son inocuos. Son medicamentos reales con consecuencias reales.
¿Te crees muy listo por pasarte por alto la prescripción médica? Va a ser que no… El consumo de analgésicos sin receta puede estar poniendo en peligro tu salud, y de qué manera.
1. Consumes demasiada cantidad. Muchas las personas creen que duplicando las dosis de analgésicos también duplicarán la efectividad de las pastillas. Error.
De hecho, lejos de conseguir un alivio adicional del dolor, de esta manera lo único que estamos aumentando son las probabilidades de sufrir los efectos secundarios que tanto omitimos leer –y que pueden ir desde las náuseas, ardor de estómago o erupciones cutáneas hasta daños en el hígado o riño– e incuso envenenamiento en sangre, mucho más común de lo que nos creemos.
2. Los tomas (muy) a menudo. Te despiertas con dolor de cabeza y te tomas una. Por la tarde sientes algo de malestar y crees que la mejor idea es reforzar la dosis. Ya por la noche, como no te encuentras mejor, te calzas otra pastilla para el cuerpo. Y todos de un gramo…
Lo peor es que esto no lo has hecho solo una vez en tu vida, y lo sabes. Fatal. A menos que estés siguiendo instrucciones médicas, no deberías tomar analgésicos o medicamentos para paliar el dolor más de una o dos veces al mes. Tomar paracetamol o acetaminofén a diario o cada semana puede aumentar el riesgo de insuficiencia hepática o incluso, en casos extremos y según advirtió un informe de la FDA, causarnos la muerte prematura.
La aspirina, por su parte, no es ninguna panacea: tomarla todos o casi todos los días deteriora el revestimiento de nuestro intestino y estómago llegando incluso a ponernos en riesgo de sufrir una hemorragia interna según un estudio publicado en la revista científica JAMA.
3. Los partes o masticas. Por muy grande que te parezca la pastilla de turno, si en su prospecto no indica que se pueda disolver en agua, chupar o masticar, ¿por qué insistes en hacerlo?
Algunos medicamentos como distintos tipos de analgésicos y antiinflamatorios están fabricados para que se absorban a través de la mucosa, otros para tomarlos disueltos en agua y otros para ser ingeridos, para que nos entendamos, del tirón. Si debes disolverlo y, porque tú lo vales, lo masticas puedes acabar radicalmente con su efecto.
4. Crees que todos los medicamentos para el dolor son iguales. Los ingredientes activos de cada analgésico o antiinflamatorio no son los mismos y sus efectos secundarios varían. Cada marca o producto tiene formulaciones distintas así que, olvídalo ya: no basta con coger el que tengas en tu botiquín de emergencia básicamente formado por paracetamoles e iboprufenos.
Verás, el ibuprofeno reduce los niveles de ciertas hormonas causantes de la inflamación l que lo convierte en una opción fantástica para paliar el dolor o la hinchazón si padecemos artritis, pero puede no ser tan eficaz para un simple y leve dolor de cabeza.
Ahí deberíamos optar por un paracetamol que interferir directamente con los receptores del dolor que llegan a tu cerebro. Ambas son blancas y con una forma similar pero no sirven para lo mismo. Una para la inflamación muscular o articular y la otra para las jaquecas. ¿Entendido?
Pero no solo vale con saber esta regla básica. Los expertos advierten que las personas bebedoras podrían aumentar el riesgo de sufrir enfermedades renales consumiendo paracetamol, así como aquellas con la presión arterial alta sus probabilidades de desarrollar algún tipo de enfermedad cardíaca o accidente cerebrovascular al tomar iboprufenos.
Después de leer esto, más que nunca, recuerda preguntar siempre a tu médico o farmacéutico antes de automedicarte con el que te venga en gana.
5. Mezclas medicamentos. Te duele la cabeza, estás medio resfriado y además sientes malestar muscular. Hecho: optas por el combo de antigripales, analgésicos y antiinflamatorios porque ‘más vale prevenir que curar’…
Ojo, algunos medicamentos contienen pequeñas dosis de otros y podrías estar tomando demasiada cantidad de alguno y acabar en urgencias, pero de verdad. Exceder las dosis de acetaminofén puede causar daño hepático o renal.
Además, mezclar medicamentos recetados como anticoagulantes, betabloqueantes o antidepresivos con ibuprofeno o analgésicos como el naproxeno puede aumentar el riesgo de sufrir problemas renales, ataques cardíacos u otras complicaciones graves de la salud.