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LAS ADELFAS DE TU JARDÍN O LA RANA MATAELEFANTES

Las cinco sustancias más venenosas y mortíferas del planeta

El veneno extraído de la "rana terribilis" puede acabar con hasta veinte personas, pero no es la única sustancia que puede matarte: piensa en las adelfas, esas bonitas flores que engalanan muchos de nuestros jardines.

La científica Karen Wetterhahn naukas.com

Karen Wetterhahn se introdujo en la cabina sellada. Se enfundó la bata y los guantes de látex y enfrió hasta la congelación la muestra de dimetilmecurio en una pipeta para disminuir la presión de vapor como indicaba el procedimiento. Más tarde abrió el bote de cristal sellado y con un cuentagotas procedió a extraer muy despacio una mínima cantidad de material para su experimento sobre los efectos del mercurio en las proteínas reparadoras del ADN. Una pequeñisima gota cayó en el dorso de su mano, por encima del látex de protección. No le dio importancia. Unos meses más tarde moriria intoxicada por aquel experimento.

La historia de Karen es un ejemplo del increíble potencial de algunas sustancias que se encuentran en la naturaleza o son creadas por el hombre. El dimetilmercurio es, probablemente, una de las más peligrosas neurotoxinas sintetizada. Cuenta la leyenda que tiene un ligero olor dulce, pero nadie está completamente seguro ni quiere demostrarlo. Basta la inhalación de tan sólo 0,001 mililitros para morir envenenado. El proceso de eliminación del mercurio y derivados del organismo es muy lento y tiende a bioacumularse. Cuando el organismo reacciona ya estás intoxicado mortalmente. El error de Karen fue usar unos guantes inapropiados para la volatilidad del dimetilmercurio, capaz de atravesar látex, goma y neopreno.

La rana mataelefantes

Pero no hace faltan las manos enguantadas del hombre para inventar una bomba neurotóxica. La naturaleza fabrica muchas de ellas desde hace millones de años. Serpientes, setas, plantas, peces babosas... Renovando con el tiempo y la evolución su estructura molecular para mejorar su mortalidad. La supervivencia de muchas especies dependen de ello.

El veneno más tóxico de un vertebrado conocido es, probablemente, la Batracotoxina. Un alcaloide tóxico secretado por la piel del "Dardo Venenoso" (Phyllobates terribilis) la mortífera rana amarilla de la costa pacífica colombiana y de Panamá.

El principio mortal de la Batracotoxina se basa en su facilidad para destruir terminaciones nerviosas. Al anular la trasmisión del impulso nervioso produce una cardiotoxicidad inmediata con parada cardiorespiatoria. El veneno de una sola rana puede matar a 20 hombres, 10.000 ratones o 2 elefantes africanos. No hay antídoto.

La tribu de los Emberá utilizan el veneno de estas ranas para untar su flechas de caza. Acercan las ranas al calor de la hoguera para que exuden la toxina y así poder extraerla . El veneno es tan potente que dura hasta dos años en las puntas de esas flechas.

Veneno en tus labios y en tus pechos

No se puede hablar de los mayores venenos del planeta sin comentar la peligrosidad de la toxina botulínica y sus derivados. La toxina botulínica es otra neurotoxina (responsable del botulismo) producida por una bacteria denominada Clostridium botulinum y es tan letal que con poco más de 400 gramos se podría eliminar a todos los habitantes del planeta. La bacteria fue descubierta en un preparado de salchichas ‘botulus’ (de ahí su nombre) en mal estado a finales del XVIII.

Afortunadamente, el mecanismo de actuación de este veneno se ha sabido aprovechar también para fines médicos. Una de sus siete variantes conocidas, la botulina tipo A, tiene usos terapéuticos en estética y contra varias enfermedades como el parpadeo incontrolable o el estrabismo. Las pequeñísimas dosis de toxina botulínica actúan bloqueando la acetilcolina, una sustancia responsable de las contracciones de los músculos. De esta forma se desdibujan las patas de gallo o, si te pasas con las inyecciones, hasta la sonrisa.

Esta es la parte buena, la mala es que científicos del Departamento de Salud Pública de California han descubierto una nueva variante de la toxina tan letal, que no quieren hacerla pública hasta que no tengan la secuencia de ADN de la bacteria que la crea y un tratamiento efectivo contra el tipo de botulismo inducido.

Un solo gramo de la sustancia dispersa de manera uniforme a través del aire podría acabar con más de un millón de personas. No sería la primera vez que se intenta. En 1993 el excéntrico lider de la secta Aum Shinrikyō, el japonés Shōkō Asahara trató de acabar con la familia imperial rociando toxinas botulínicas alrededor de su palacio en Tokio desde una camioneta. Debido a la incorrecta manipulación de la sustancia, lo único que logró fue matar algunos pájaros y gatos que había por la zona. Desgraciadamente luego tendría más éxito con el ántrax.

Esa bonita flor de tu jardín

Salgamos al jardín. Quizás el paraíso de la botica ponzoñosa esté más cerca de lo que parece. Quizás más peligroso que un laboratorio abandonado, que una central nuclear es un jardín de flores desconocidas. La adelfas, uno de los vegetales más venenosos que se conocen, se utilizan en decoración de parques y jardines por su gran resistencia y escasa necesidad de mantenimiento. ¿Sabrías distinguir una? Son esas plantas que adornan las medianas de muchas de nuestras carreteras. Y son tremendamente venenosas. Resulta que los padres no dejamos el alma cubriendo los enchufes de nuestra casa pero permitimos a nuestros hijos que se lleve a la boca cualquier flor desconocida.

La adelfa (Nerium oleander) es un arbusto de hoja perenne muy común con unas flores preciosas capaz de detener tu corazón. Literalmente. Contienen unas formas de glucósidos muy tóxicos que si se ingieren producen insuficiencia cardíaca. También hay casos de intoxicación por inhalamiento en hogueras hechas con sus ramas.

Otra planta de este supuesto jardín del infierno y que se puede comprar en multitud de herbolarios es la higuerilla, higuera infernal o Ricinus communis. Es un arbusto de tallo grueso y leñoso con unos frutos globulosos de aspecto erizado y de color púrpura que son muy llamativas. Su nombre ‘artístico’ ya nos da muchas pistas. Sus semillas cuentan con una albúmina muy tóxica llamada ‘ricina’. Con un par de ellas puedes reventarte el hígado, dañarte el riñón y padecer una gastroenteritis severa que puede ser irreversible.

La mar de peligroso

Hay un bellísimo animal que ha causado al menos 5.567 muertes en nuestra especie desde 1954, la mayoría tras encuentros involuntarios. Un animal que fabrica una sustancia capaz de provocarnos los dolores más intensos que un ser vivo nos puede inducir sin desmembramiento. Un animal tan sumamente delicado que perfeccionó su veneno para matar a sus presas antes de estas puedan huir y dañar su frágil anatomía.

Un animal translúcido y gelatinoso, de ligero color azul pálido, con forma de cubo y de hasta 15 tentáculos por lado. Puede medir 12 metros y vive principalmente en las aguas costeras de Australia del Norte. Solo las tortugas de mar son inmunes a su toxina y pueden alimentarse de ellas. Se trata de la Box jellyfish, Cubozoa o Avispa de Mar. Un elegante cnidario (especie de medusa) que siembra el pánico allí donde se ha constatado su presencia.

Cada ejemplar adulto tiene toxina suficiente para matar a 60 personas. Con solo 1.4 miligramos ya puede matar a un hombre. El veneno actúa sobre el sistema nervioso por lo que muchas de sus víctimas se ahogan antes de que éste haga efecto sobre el sistema cardiovascular. El dolor y la sintomatología es tan descomunal que tiene nombre propio: El síndrome de Irukandji. Fue descrito por Hugo Flecker en 1952 al observarlo en una tribu aborigen australiana que habitaba en una zona infestada de las cubomedusas.

Tengan cuidado ahí fuera.