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LA CIENCIA DETRÁS DE LAS CÁMARAS
Dice James Cameron, director de Titanic y Avatar que todo, absolutamente todo lo que tenga el director hoy en dia en la cabeza, puede crearse ya con técnicas de imagen digital. Atrás quedan los antiguos directores de efectos ópticos, maquetistas, diseñadores de escenarios e incluso físicos. Mentes estrujadas para hacer realidad las ideas del director cuando no existía el comodín del CGI.
Pero tampoco es cierto que esta ‘binarización’ del cine haya supuesto una banalización de las técnicas de efectos especiales. Un ejemplo: en ‘Los diez mandamientos’, la película de Cecil B. DeMille de 1956, todas las multitudes que aparecen en las arengas de Moisés son extras de carne y hueso. El presupuesto permitía la contratación de miles de actores para escenificar la muchedumbre, así que no se lo pensaban mucho.
Hoy en día esta escena se ejecutaría con técnicas de croma y filtrado digital con un abaratamiento de costes importante, que no así de ingenio, como demuestra el siguiente vídeo. Con solo tres actores, talento e ingenio se puede escenificar el desembarco de todo un ejército en 'Obama Beach'.
La historia del cine es la historia de sus efectos ópticos y de los avances científicos y tecnológicos de la época. El primer creador para esta gran fábrica de sueños fue George Méliès, un ilusionista reconvertido en cineasta al orientar sus trucos ópticos y sus escenografías teatrales al celuloide. Lo que hoy serían chapuzas de serie B o YouTube fueron innovaciones de Méliès para sorpresa y pánico de su público, más acostumbrado a las proyecciones planas de los hermanos Lumiére.
Por ejemplo, la ‘parada técnica o parada por sustitución’ consistía en detener y reanudar la filmación para que un personaje u objeto abandonase el plano como por arte de magia.
Méliès descubrió también por casualidad que un coche de caballos podía convertirse en un coche fúnebre. El rotor de la cámara había dejado de funcionar y el negativo sufrió la primera exposición múltiple de la historia. Estas técnicas junto con la retroproyección fueron también innovaciones del genio francés y coetáneos, entre ellos el español Segundo de Chomón, un olvidado cineasta autor de los mejores trucos visuales del surrealismo de la época.
Otro de los trucos de la óptica perfeccionado por Méliès y Norman Dawn -y que aún se usa es el ‘matte painting’-. Se trata de una combinación de decorados reales y/o pintados mezclados mediante la superposición de vidrios o espejos para provocar una ilusión al espectador.
Méliès colocaba un espejo de tamaño gigante delante de la cámara, aunque girado unos grados de tal forma que reflejase un escenario del otro lado del plató. A ese espejo le rascaba cuidadosamente el metal posterior por algunas zonas para dejar ver en tiempo real otro decorado detrás del espejo. El espejo podía ser también un simple vidrio pintado. De esta forma combinaba dos escenas en el mismo plano.
El cine creció y los trucos de Méliès se fueron perfeccionando, como la retroproyección más famosa de la historia: la persecución de la avioneta en “Con la Muerte en los talones”(1949). En ella Cary Grant no se juega el tipo, simplemente se echa al suelo delante de una pantalla gigante donde se proyecta el vuelo rasante del avión. Hoy la retroproyección es impensable sin un croma o CGI.
La evolución de los efectos ópticos pre-CGI impulsaron el cine de ciencia ficción. Algunas obras maestras del género se lograron antes de que el hombre pisara la luna. Así, '2001, una odisea en el espacio' -o 'La conquista del espacio', como la bautizó Stanley Kubrick en un primer momento en honor a 'La conquista del Oeste' de Henry Hathaway- es el mejor ejemplo. Respeto absoluto por las normas de la física con medios limitados y nada de ordenadores.
Kubrick utilizó también una variante de la retroproyección de Méliès para rodar muchas de las escenas, como la proyección frontal con retroreflector. A diferencia de Méliès, la proyección se hace sobre los actores y el decorado con una mínima cantidad de luz gracias al tipo de pantalla altamente reflectante que la recoge. Así se consigue un resultado más realista y apto para las escenas de poca luz. El mismo efecto que hizo volar tiempo después al Superman de Donner.
A pesar de la depuradísima técnica de Kubrick, sus detractores pudieron sacarle algún fallo: el bolígrafo que gira en gravedad cero en una de las escenas no lo hace sobre su centro de gravedad.
Y llegó 'La Guerra de las Galaxías' (1977). Los efectos ópticos dominaban todavía la industria, pero un joven artista llamado Larry Cuba logró convencer a George Lucas para insertar las primeras escenas en movimiento generadas por un computador de la historia del cine, aunque no eran nada realistas. Se trataba de los esquemas digitales vectorizados de la estrella de la muerte que Luke y sus compañeros de escuadrón usaban como planos para bombardearla. Líneas, color y movimiento, el mismo trabajo que Larry desarrollaba para en el Laboratorio de Visualización Electrónica de la Universidad de Illinois.
El resto de la película es un compendio de maquetas, retroproyección y rotoscopia, un efecto que ya se usaba en las películas de animación y que posibilitó la representación de los famosos sables de luz. La técnica consiste en trabajar frame por frame a partir de una secuencia de imagen real para calcar el movimiento o animación de un personaje o parte de él. En el caso de los sables de luz, los actores llevaban un palo al que se añadía mediante rotoscopia en cada frame el famoso efecto de brillo.
Lo paradójico es que la óptica y muchos de los trucos visuales de hace 100 años, o los que ya utilizaba Billy Wilder en su 'apartamento' para dar profundidad a la oficina de Jack Lemmon, se siguen usando en la actualidad porque aún es más barato que el CGI. Peter Jackson convertía en enanos a los Hobbits de 'El Señor de los Anillos' simplemente alejándoles unos metros del foco de la escena en lo que se denomina “perspectiva forzada”.
Pero si hay un maestro que resume las mejores técnicas ópticas, del trampantojo y de los trucos visuales para el cine pre-CGI ese ha sido el español Emilio Ruiz del Río.
Licenciado en Bellas artes trabajó en más de 500 películas creando efectos que son obras de arte en sí mismos. Orson Welles, George Cukor, Luis Buñuel, Anthony Mann... los mejores directores de Hollywood le conocían como 'El Mago'. Autor del “Plano imposible”, esa escena inverosímil entregada a las genialidades de su talento. Su técnica preferida era la ‘maqueta colgante’: suspender delante de la cámara con hilo de pescar un modelo artificial de parte del decorado para tapar aquello que molestase del original.
Por favor no os perdáis el que fue el "último truco” del mejor maquetista del mundo.