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ANALIZANDO LOS EFECTOS DE LA FICCIÓN VIOLENTA

¿Crean niños violentos los videojuegos violentos?

Los videojuegos, como hace unas décadas pasó con los juegos de rol, y probablemente ha pasado siempre con todas las actividades de ocio que implican ficciones violentas, a menudo han sido tildados de generadores de conductas antisociales o directamente asesinas. Ahora bien, ¿es eso cierto?

Niños delante de un videojuegoPixabay

Si echamos un vistazo a la prensa no será difícil hallar casos de asesinos o psicópatas que se declaraban aficionados a determinados videojuegos violentos. Sin embargo, eso también ocurrió durante un tiempo con la novela 'El guardián entre el centeno', y probablemente hallaremos muchas otras correlaciones entre personas malvadas, como que les gustaba, por ejemplo, las zanahorias.

Pero ¿cómo podemos saber si estamos ante correlaciones espurias o no? En primer lugar, dejando a un lado los prejuicios. Y en segundo, dando un repaso a algunos de los estudios más importantes sobre la correlación entre violencia real y la violencia simulada de los videojuegos.

La ficción no te lava el cerebro

Los videojuegos siempre han debido de soportar el estigma de que son violentos, tontos o que directamente transforman en zombis a sus usuarios. No importa que, por ejemplo, el ajedrez también sea un juego violento en cierto modo. O que, de hecho, la confrontación violencia esté en el ADN de la mayoría de los deportes. Los videojuegos son siempre peores.

Sin embargo, estas opiniones no suelen estar fundadas más allá de la opinión personal, porque no existen estudios que concluyan que haya una relación causa-efecto entre violencia y consumo de violencia en el ocio, ya sean videojuegos, películas o cualquier otro formato.

A decir verdad, cuanto más ocio electrónico violento consumimos parece que desciende la frecuencia de delitos violentos cometidos por jóvenes, tal y como refleja un estudio publicado por la Social Science Research Network. Es una conclusión a la que también llega Christopher J. Ferguson, de la universidad de Stetson en Florida, en un estudio hecho público en'Journal of Communication'.

Lo que reflejan estos estudios, pues, son dos cosas: que no hay relación negativa directa entre consumo de videojuegos y violencia, y que tampoco sabemos si la hay en su vertiente positiva. Porque sí, a mayor consumo menor violencia, pero eso no significa que haya un vínculo causal: tal vez desciende la violencia por otros motivos. Lo que queda de manifiesto, no obstante, es que los videojuegos no son un problema si la violencia, en efecto, no deja de descender.

Si bien es cierto que muchas personas violentas juegan a videojuegos violentos, eso podría explicarse justo al revés: los videojuegos violentos atraen a gente violenta, sin tener que influir necesariamente en sus mentes ya perturbadas. Como explica Simon Parkin en su libro 'Muerte por videojuego', "la representación exagerada de la violencia no es cosa exclusiva de los videojuegos ni del cine. Las obras de Shakespeare rezumaban sangre, y los directores solían utilizar vísceras de cabra para dar un toque 'gore' a las escenas", afirma.

Incluso Platón aconsejaba en su 'Politeia' ('La República') una censura de los cuentos y las leyendas de los antepasados porque temía que la juventud acabase tomando ejemplo y adoptase valores incívicos y perjudiciales.

No somos imitadores de la violencia

Solemos adjudicar un poderoso efecto mimético en las personas que consumen ficciones audiovisuales. Sin embargo, a no ser que exista una patología de base, las personas son capaces de diferenciar la realidad de la ficción, y de hecho usan la ficción como catarsis, pues asumen que muchas de esas conductas no deben plasmarse en la realidad.

Los videojuegos son relativamente nuevos, pero la televisión ya lleva varias generaciones entre nosotros. Durante décadas, también ésta ha estado en el punto de mira de las personas que consideran que la ficción violenta puede promover la conducta violenta. Sin embargo, los estudios reflejan al respecto lo mismo que con los videojuegos. Con un matiz: sí que hay estudios que señalan que los niños que más televisión consumen pueden llegar a ser adultos más conflictivos.

Sin embargo, lo que se descubrió es que eso ocurría con independencia de que los niños consumieran televisión violenta o no, tal y como explican Steven D. Levitt y Stephen J. Dubner en 'Superfreakonomics': "Es posible que los niños que veían mucha televisión no quedaran adecuadamente socializados, o no aprendieran a divertirse por sí solos. Es posible que la televisión hiciera que los que no tenían cosas desearan las que otros tenían, aunque eso significara robarlas. O puede que no tuviera nada que ver con los propios niños; a lo mejor mamá y papá se volvieron negligentes cuando descubrieron que mirar la tele era mucho más entretenido que cuidar de los niños".

En cualquier caso, si existe la posibilidad de que algunas pocas personas desarrollen conductas violentas debido a la ficción violenta, el profesor de psicología William J. McGuire, de la Universidad de Nueva York, aduce al respecto que si se prohíbe "la representación de la violencia por el daño que pueda acarrear, qué no diremos de otras actividades cuyas consecuencias nefastas son mucho más tangibles, como conducir, beber, tener relaciones sexuales o frecuentar la iglesia".

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