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A VECES NO SOMOS TAN ORIGINALES COMO CREEMOS
A todos nos ha ocurrido en alguna ocasión que hemos creído tener una idea original sobre algo -ya sea un invento, texto, eslogan, canción o un simple tuit- y de repente descubrimos que a otra persona, quizás al otro lado del planeta, ya se le había ocurrido antes.
Una de las prácticas que más rechazo genera es el plagio. En la actualidad el hecho de apropiarse de las ideas, textos o cualquier otra creación es algo señalado por el resto de la sociedad, sirviendo las redes sociales como un lugar de escarnio donde denunciar públicamente al plagiador.
El problema surge cuando la persona acusada de haberse apropiado de la propiedad intelectual de otro está convencida de que había sido una creación propia y original.
Esto se debe a una mala pasada que en ocasiones nos juega nuestra propia memoria y por la cual algunas de las cosas que podemos llegar a leer, escuchar o ver quedan almacenadas en un rincón de la misma para que, tiempo después, cuando algo estimula nuestra mente, creamos –o mejor dicho, estemos convencidos- que se trata de algo que se nos ha ocurrido originalmente a nosotros o es fruto de la inspiración sin caer en que se trata de un concepto que previamente ya habíamos visto, leído o escuchado.
Este fenómeno es conocido como ‘criptomnesia’ y es un término que fue acuñado recién estrenado el siglo XX por el psicólogo suizo Théodore Flournoy, quien se encargó de estudiar el caso de la famosa médium Hélène Smith en 1900. Al hacerlo llegó a la conclusión de que la mayoría de las cosas que esta psíquica decía -y curiosamente acertaba- acerca de algunas personas que le habían consultado era porque previamente ya las conocía pero no era consciente de ello. De hecho, estaba convencida de que todos esos datos acudían a su mente porque poseía poderes sobrenaturales.
Y es que en realidad la criptomnesia implica utilizar recursos que nuestra memoria tiene almacenada y de los no somos conscientes.
Todos podemos tener en algún momento de nuestra vida algún episodio criptoamnésico sin tener mayor relevancia. El problema viene cuando quien lo padece se dedica profesionalmente a la creación, sin percatarse de que puede estar usando el trabajo o idea de otra persona. Actualmente este 'plagio inadvertido' suele darse con frecuencia en publicaciones de las redes sociales -sobre todo tuits o memes-.
Estudios recientes
En 1989 la Asociación Americana de Psicología -APA PsycNET- publicó los resultados de un experimento realizado en tres etapas y que llevaba por título 'Cryptomnesia: Delineating inadvertent plagiarism. Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory, and Cognition'.
En la primera fase un grupo de sujetos debían ir diciendo por turno una palabra que se le ocurriera sin repetir ninguna de la que ya habían dicho ellos o sus compañeros. En la siguiente etapa del experimento se les pedía que recordaran y dijeran únicamente aquellas palabras que individualmente habían dicho cada uno de ellos. Finalmente, la tercera fase consistía en decir nuevas palabras que no se habían utilizado con anterioridad.
Un porcentaje importante de participantes, sin ser consciente de ello, dijo algunas que ya habían sido dichas por sus compañeros en otras ocasiones estando convencidos de que habían sido ellos mismos quienes las dijeron.
Uno de los casos más famosos de criptomnesia es el protagonizado por George Harrison quien en 1971, tras publicar la canción 'My sweet lord', fue denunciado por Ronald Mack por haber plagiado la melodía de su composición 'He’s So Fine'. El exmiembro de los Beatles fue condenado, cinco años después, a pagar una multa de un millón y medio de dólares.
Tiempo después se supo que Harrison padecía de criptomnesia y que años atrás -cuando todavía formaba parte de la banda británica- había presentado en más de una ocasión alguna melodía a John Lennon y Paul McCartney que estos ya habían compuesto con anterioridad y que, sin recordarlo, le acudía a la mente estando convencido que se trataba de una composición originalmente suya.