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CÓMO EVOLUCIONA CON EL PASO DEL TIEMPO
Hoy en día existen diferentes estudios que persiguen encontrar una serie de normas para reconocer los factores que contribuyen a la evolución de la felicidad. Más allá de la mera curiosidad, el objetivo de estas investigaciones es ayudarnos, o al menos intentarlo, a ser más felices. A fin de cuentas, es algo que ansiamos todos los seres humanos.
En esta línea, un equipo de investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia, ha realizado un estudio para analizar cómo la felicidad evoluciona con el paso del tiempo, y cuáles son los factores que condicionan dicha evolución. Sus resultados ayudarán, explican los científicos, a desarrollar políticas que puedan dirigirse a grupos específicos de edad.
Ioana Ramia, una de las autoras de la investigación, ha presentado su trabajo en la Conferencia de Política Social de Australia, revelando que “La satisfacción vital decrece a partir de los 20 años, alcanza una meseta a los 40, y a partir de los 65 vuelve a incrementarse”.
Los investigadores se basaron en la Encuesta sobre Hogar, Ingresos y Dinámica de Trabajo realizada en Australia, y encontraron que la felicidad sigue una función en forma de U que experimenta sus valores más altos entre los 15 y 24 años, y por encima de los 75.
Para los autores del trabajo, el descenso en la felicidad durante la etapa adulta se debe a que, durante estos años, la mayoría de las personas están más focalizadas en la búsqueda de empleo y de desarrollo profesional, y que factores como el dinero y el trabajo toman más protagonismo en nuestras vidas que el tiempo libre y otros aspectos que nos reportan más satisfacción.
Sin embargo, al llegar al momento de la jubilación, los aspectos financieros y laborales quedan a un lado, los hijos están emancipados y comienza una nueva etapa en la que, salvo la salud, las preocupaciones son menores y nos dedicamos, de nuevo, a disfrutar de la vida.
El estudio analiza otros factores que pueden estar relacionados con nuestra felicidad: cuando somos jóvenes no nos importa la calidad de nuestra vivienda, pero esta preocupación también aumenta con la edad. Nuestro vecindario y, en definitiva, la comunidad que nos rodea también son importantes. En torno a los 30 años también comienza nuestra preocupación por la salud, pues tomamos conciencia del paso de los años y del deterioro físico.