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PUEDEN EXPRESAR AFECTO O DESDÉN

Cuántos tipos de sonrisas hay (y por qué no siempre son una buena señal)

Cuando sonreímos ponemos en marcha varios músculos de la cara, tanto para elevar simétricamente las comisuras de la boca como para levantar las cejas o estirar los labios. De hecho, utilizamos distintas combinaciones para expresar emociones como agradecimiento y afecto.

Hay diferentes tipos de sonrisas en función de lo que queremos expresar y los músculos que movemos Hamza Butt I Flickr

En ocasiones, una sonrisa vale más que mil palabras. Y si no, que se lo digan a todos aquellos que llenan sus mensajes de WhatsApp de emoticonos sonrientes. Pero más allá de la sencillez de su representación digital, la mueca puede servir para diversos objetivos, desde expresar emociones a interaccionar con otras personas en un contexto social.

Porque no todas las sonrisas son iguales. A la hora de distinguirlas, suele predominar un criterio: el de la sinceridad. Cuando percibimos esa mueca sin que haya un verdadero sentimiento de felicidad en el ambiente tendemos a pensar que se trata de un gesto falso, mientras que si hay felicidad real lo entendemos como honesto.

Sin embargo, los humanos sonreímos en diferentes circunstancias y en múltiples estados emocionales. Por eso, “asumir que solo las sonrisas que exhibimos en momentos de dicha son verdaderas limitan nuestro entendimiento de la importancia de esta importante expresión facial”, asegura Paul Niedenthal, psicólogo e investigador de la Universidad de Wisconsin-Madison.

Junto con otros investigadores, Niedenthal ha llevado a cabo diferentes estudios para analizar en profundidad el significado y las implicaciones de la sonrisa humana. Después de realizar varios experimentos, él y su equipo han logrado distinguir varios tipos de expresiones y describir las combinaciones de músculos que las hacen posibles.

Los hilos que mueven la boca

Las sonrisas toman su forma gracias al poderoso músculo cigomático mayor, situado en las mejillas y conectado con el músculo que rodea los labios. Pero, a pesar de que cumple uno de los papeles más importantes –es el encargado de elevar las comisuras de la boca–, hay otras muchos implicados en el proceso que cambia el aspecto de las sonrisas.

Para estudiar las distintas posibilidades, Niedenthal y sus colegas realizaron un experimento en el que varios grupos de voluntarios tenían que juzgar el significado de una serie de gestos generados por ordenador. En cada uno de ellos había un conjunto de músculos activado que los investigadores conocían.

Así, la sonrisa de recompensa, esa que solemos dedicar a los niños, es el resultado de una elevación simétrica de los músculos cigomáticos de cada mejilla, un ligero levantamiento de las cejas y el estiramiento de los labios.

ombinamos la elevación de los labios con movimientos de cejas para transmitir distintos mensajes | Erich Ferdinand I Flickr

Por otro lado, las sonrisas de afiliación –utilizadas para expresar tolerancia o algún tipo de lazo afectivo y mostrar que somos inofensivos– se producen por una elevación simétrica de los bordes de la boca muy parecida a la anterior, pero se extiende más a lo ancho y se afina debido a que los labios se presionan y los dientes permanecen ocultos.

El tercer tipo de sonrisas son las de dominancia, que usamos para expresar un estatus social y para desenvolvernos en contextos donde existen jerarquías. Estas se configuran también simétricamente, pero en su caso se suman a la ecuación una ligera mueca torcida, un levantamiento de cejas y la elevación de las mejillas, característica de los sentimientos de diversión.

Las consecuencias de sonreír falsamente

“Esta expresión facial ha evolucionado para cumplir funciones básicas cuando los humanos viven en grupos sociales, como dar las gracias o pedir perdón”, explica Niedenthal. Es cierto que pueden utilizarse muchas y variadas palabras para describir diferentes sonrisas, pero en realidad “se refieren a subtipos de situaciones de recompensa, de afiliación, de negociaciones relacionadas con jerarquías o en las que sentimos desdén”.

Las sonrisas influyen enormemente en los que rodean: suelen ir asociadas a emociones positivas y provocan un chute de ánimo también para aquellos que las observan. Por eso,preferimos a las personas que parecen felices a aquellas que se muestran tristes o simplemente tienen una expresión neutral.

No obstante, este fenómeno nos lleva a veces a fingir una sonrisa para agradar a otros, bien moviendo únicamente los músculos de la cara para expresar algo que no sentimos, o bien intentando cambiar nuestro estado anímico. A pesar de que estas actuaciones puedan provocar una buena reacción en la gente que nos rodea, está demostrado que causan estrés, cansancio emocional e incomodidad.

Así que ejercita los músculos de la cara siempre que puedas para enseñar tu mejor sonrisa, pero no abuses de ella cuando solo quieras causar una buena expresión. Tu salud mental te lo agradecerá.

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