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ESTIMULAN EL GIRO CINGULADO
Un equipo de neurocientíficos y cirujanos estadounidenses ha comprobado que la estimulación de una zona del cerebro tranquiliza a los enfermos despiertos durante cirugías craneales. Sus hallazgos también podrían aplicarse en el tratamiento de la depresión o la ansiedad.
Ciertos tipos de enfermedades neurológicas radicadas en el cerebro, como algunos tumores o la epilepsia, requieren la intervención de un cirujano para extraer las células cancerosas o aquellas responsables de las convulsiones.
Cuando las áreas afectadas se encuentran cerca de las zonas que controlan funciones importantes como la vista, el movimiento o el habla, los médicos deben reducir al máximo el riesgo de dañarlas.
Es muy difícil detectar su localización exacta antes de la operación, por lo que los facultativos recurren a una estrategia alternativa: trabajar en el quirófano con el paciente despierto.
Las llamadas craneotomías conscientes son exhaustivamente supervisadas por anestesiólogos y equipos de cirugía que cuentan, además, con ayudas tecnológicas como cartografías cerebrales e imágenes tridimensionales.
A pesar de ello, este tipo de intervenciones no suponen precisamente una experiencia agradable para la persona tumbada en la mesa de operaciones.
“Incluso aquellos enfermos bien preparados pueden entrar en pánico cuando despiertan, lo que puede ser peligroso”, ha explicado Kelly Bijanki, investigador y profesor de neurocirugía en la Universidad Emory, en Atlanta (Estados Unidos).
Bijanki es coautor de un estudio publicado esta semana en ‘Journal of Clinical Investigation’ que demuestra la efectividad de la risa para calmar a los pacientes. No es que el investigador y sus colegas hayan convertido el quirófano en una especie de club de la comedia, sino que han recurrido a un método bastante más científico: hacerles ‘cosquillas’ directamente en el cerebro.
Bromas y sonrisas en la sala de operaciones
Los neurocientíficos han descubierto que estimular eléctricamente una circunvolución del cerebro conocida como giro cingulado o ‘cingulum’ provoca ganas de reír, seguidas de sensaciones de calma y felicidad. Incluso si una persona está siendo operada.
Lo comprobaron primeramente en una paciente con epilepsia a la que diagnosticaban el origen de las convulsiones que padecía. Le habían colocado una serie de electrodos para medir la actividad cerebral e identificar las zonas afectadas.
Debido a cirugías previas, tuvieron que insertar algunos de estos dispositivos de una manera diferente a la habitual en el giro cingulado.
Así fue como obtuvieron una respuesta inesperada: la paciente “adoptó inmediatamente un comportamiento alegre, con sonrisas y carcajadas, y habló [a los médicos] sobre emociones positivas”. Una vez estudiaron el fenómeno y sus causas, decidieron aplicar la estimulación a la enferma durante una cirugía consciente.
La paciente presentaba tendencia a la ansiedad y cuando despertó de la anestesia durante la operación comenzó a entrar en pánico. Pero su actitud cambió con la estimulación del giro cingulado: “Rápidamente empezó a decir que se sentía feliz y relajada, a contar chistes sobre su familia y fue capaz de tolerar el procedimiento con éxito”, cuenta Bijanki.
Un método para hacer las cirugías más llevaderas
Los médicos comprobaron después el método en otros dos individuos, que mostraron una respuesta similar, conocida como sesgo afectivo y relacionada con la disminución de los síntomas de la depresión.
Aunque ya existían investigaciones previas sobre efectos similares obtenidos con la estimulación directa de otras áreas del cerebro, la novedad del trabajo más reciente es comprobar su utilidad en la práctica clínica.
Además, la situación del giro cingulado como una zona de materia blanca multiconectada, lo diferencia de las otras partes relacionadas con el sistema de recompensa consideradas habitualmente para tratar depresión y adicción. Su activación podría extenderse a otras redes neuronales diseminadas por el cerebro.
Los autores del artículo no solo plantean el uso de la estimulación cerebral del ‘cingulum’ para tranquilizar a los pacientes de cirugías y asegurar la preservación de tejidos responsables de funciones vitales.
Si bien advierten que hace falta más investigación al respecto, sugieren que esta estrategia podría utilizarse en terapias para paliar la ansiedad y otros trastornos emocionales como los ataques de pánico.