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UNO DE LOS DESCUBRIDORES DE LUCY
Hace casi cuarenta años que el estadounidense Donald Johanson descubrió en Etiopía el fósil del siglo. Lo que parecía el codo de un mono resultó ser parte del esqueleto de una nueva especie de australopiteco que vivió hace tres millones y medio de años y que ya tenía un rasgo muy, muy humano: caminaba de pie. Aquellos fósiles se convirtieron en Lucy, versión coloquial de la nueva especie Australopithecus afarensis, y Johanson, junto a sus colegas de expedición, en uno de los paleoantropólogos más célebres del momento.
Lucy le pegó una sacudida al árbol de la evolución humana y enfrentó al Homo sapienscon el que por entonces era su primer ancestro: una hembra de un metro de altura con brazos larguísimos y un cerebro diminuto para los estándares humanos.
Este fin de semana, Johanson ha visitado por primera vez otro yacimiento cuyos fósiles sacudieron el árbol de la evolución humana a mediados de los 90: Atapuerca, Burgos. El experto ha reconocido que no estaba “preparado” para “la enorme cantidad de información que se ha descubierto en este yacimiento y para lo que aún queda por descurbir”. Atapuerca, ha dicho, “es el yacimiento más importante de Europa para entender la evolución humana”.
Johanson ha visitado el yacimiento burgalés acompañado por Juan Luis Arsuaga, uno de sus codirectores. Durante una rueda de prensa posterior en el Museo de la Evolución Humana (MEH), el paleoantropólogo estadounidense ha explicado las novedades en su trabajo como director del Instituto de los Orígenes Humanos, en laUniversidad de Arizona. Johanson ha resaltado que hasta el momento ya se han acumulado 400 fósiles de A. afarensis. Esos restos han permitido demostrar que aunque la estirpe de Lucy aún subía a los árboles para cobijarse y pasar buena parte de su vida, ya tenía el modo de locomoción bípedo que caracteriza a nuestra especie. Esto sirvió para argumentar que antes de que hubiera humanos, ya exitían los andares humanos. Hace 3,6 millones de años, esos andares quedaron grabados para siempre cuando los afarensis pasaron por encima de las cenizas de un volcán, dejando a su paso las huellas de Laetoli, en Tanzania.
Durante su visita a Burgos, Johanson se acercó a una reproducción de Lucy en el MEH y la cogió de la mano. Mientras posaba para las cámaras, Johanson confesó: “No sé si ella tenía tanto pelo, ni tampoco si podía reírse”. De hecho la risa sigue siendo, por ahora, un atributo único de los humanos, pues nuestros parientes vivos más cercanos, los chimpancés, no lo hacen, según señaló Arsuaga.
El instituto que dirige Johanson continúa excavando en dos yacimientos africanos. El primero, en Etiopía, está centrado en buscar fósiles que permitan esclarecer el origen del género Homo. El segundo, en Suráfrica, está “investigando indicios de comportamiento humano” hace unos 150.000 años.
Johanson ha defendido el valor de la ciencia en tiempos de crisis. “Nuestra especie debe seguir invirtiendo en ciencia”. “Cuanto más investiguemos más preparados estaremos para afrontar los retos que nos esperan como especie”, ha resaltado.