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advierte de la posible transmisión masiva de una infección altamente contagiosa
¿Cómo llamar a una enfermedad aún desconocida causada por un agente también ignoto hasta el momento? Los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) han recurrido al misterioso nombre de “enfermedad X” para denominar a una grave epidemia que, muy probablemente, afectará al a humanidad en el futuro.
La OMS incluyó a principios de año esta hipotética afección contagiosa, causada por algún tipo de bacteria o virus todavía por descubrir, en su último listado de patógenos infecciosos prioritarios, es decir, que suponen una amenaza grave para la salud pública a nivel global.
Lejos de caer en el olvido o de ser desestimada por la incertidumbre que la rodea, la “enfermedad X” ha sido uno de los puntos candentes del último World Health Summit, celebrado esta semana en Berlín. Este importante evento internacional de salud ha incluido un panel de discusión específico sobre esta epidemia futura, en el que diferentes investigadores de prestigio han advertido sobre los riesgos que entraña y las medidas de prevención que es importante se tomen en la actualidad.
Más vigilancia para la detección precoz
Una de las cuestiones destacadas por los expertos reunidos en la capital alemana es la falta de medios y preparación para, por un lado, identificar la enfermedad en la fuente y hacerlo prontamente, antes de que sus efectos en los humanos se agraven y su avance sea difícil de frenar.
Todo apunta a que el agente, ya sea un virus o una bacteria, tendrá un origen animal. Así ha ocurrido ya con amenazas epidémicas como el ébola o el SARS (siglas del ‘Severe Acute Respiratory Syndrome’). Según la patóloga de la Western University de Ciencias de la Salud Tracey McNamara, organizadora del panel, “deberíamos detectar las amenazas en las poblaciones animales antes de que se extiendan a las humanas”.
Para McNamara, la clave está en encontrar cualquier nuevo patógeno que pueda suponer un riesgo sanitario, algo que no parece fácil. La investigadora ha advertido que la vigilancia de enfermedades en la vida silvestre es escasa o nula y que la escisión entre los ámbitos de la salud humana y animal complica las tareas de reconocer nuevas amenazas y responder rápidamente.
Prueba de que no se trata de un asunto baladí es que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha enviado recientemente equipos a 13 países del oeste, centro y este de África para evaluar los sistemas de vigilancia que utilizan para detectar enfermedades en animales.
Los estudios revelaron que existen carencias a distintos niveles. Por un lado, hay una gran desconexión entre los servicios de salud pública y los veterinarios, que muchas veces carecen de medios suficientes para tomar y analizar muestras o se ven coartados por los conflictos violentos que azotan muchas naciones africanas.
Financiación y entendimiento
McNamara ha apuntado en Berlín a la necesidad de lanzar programas de salud veterinaria y el aumento de financiación para estos proyectos, con medios como el Mecanismo de Financiamiento de Emergencia para Casos de Pandemia puesto en marcha por el Banco Mundial junto con Japón, Alemania, la OMS y entes privados.
Además, los expertos han hablado sobre el retraso de meses que se ha producido hasta ahora entre la detección y reconocimiento de una nueva epidemia y la elaboración de una respuesta adecuada. Aunque la aparición de enfermedades se refleja a menudo en los medios de comunicación nacionales y locales, la falta de entendimiento entre sectores puede contribuir a que se pasen por alto signos tempranos y se reconozca tarde la magnitud del problema.
Aunque sus advertencias son graves, el objetivo de las discusiones sobre el tema, según los investigadores, no es levantar alarmas excesivas sobre la “enfermedad X” y sus riesgos ni adoptar una visión catastrófica, sino poner en marcha las medidas necesarias para identificarla y frenarla a tiempo.