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ESTUDIO DE LOS PROGRAMAS QUE LOS ANALIZAN

Un error de software puede mandar al garete dos décadas de investigación cerebral

Los programas que leen los escáneres cerebrales contienen errores que pueden invalidar los resultados de más de quince años de investigación científica en ese campo.

Estudios con cerebros neilconway en Flickr bajo licencia CC

Las imágenes tomadas mediante resonancias magnéticas funcionales sirven para monitorizar las distintas partes del cerebro que se encargan de tareas determinadas. Se utilizan desde hace más de veinte años y supusieron una revolución en un campo que tiene que estudiar la estructura más compleja de nuestro cuerpo.

Atrás quedaron las tomografías computarizadas (más conocidas como TAC) o las trepanaciones: las resonancias generaron todo un 'boom' de estudios sobre cómo funciona el cerebro, una lista interminable que va desde cómo son las adicciones hasta cómo desarrollamos empatía.

El problema es que ahora la veracidad de todos estos avances en neurociencia han sido puestos en duda por Anders Eklund, de la universidad sueca de Linköping, en un estudio publicado en 'PNAS'. Para llevarlo a cabo han revisado los métodos habitualmente usados en los estudios que usan esta tecnología y los han comparado con una buena cantidad de datos de seres humanos reales.

Así, Eklund y el resto de investigadores analizaron los tres principales programas informáticos que se utilizan para interpretar los resultados, esperando encontrar un margen de error del 5%. El problema es que llegaron a encontrar desviaciones del 20, 40 y hasta del 70%, indicando que había actividad cerebral donde no la había en absoluto.

El estudio afirma que “a pesar de la popularidad de la resonancia magnética funcional (IRMf) como herramienta para el estudio de la función cerebral, los métodos estadísticos utilizados para analizar los resultados raramente se han validado con datos reales”. Estas validaciones se habrían hecho en su lugar con datos simulados, según los autores.

Para llegar a esta conclusión, analizaron los datos de resonancias en estado de resposo de medio millar de personas sanas de diversas bases de datos, dividiéndolos en grupos de 20 y haciendo tres millones de comparaciones al azar.

Al tratarse de controles 'sanos' no debería haber mucha diferencia de actividad cerebral, pero Eklund halló que la diferencia en ocasiones llegaba a ser muy alta. En total se estima que hay unos 40.000 estudios que potencialmente podrían contener datos erróneos.

Muchos investigadores han utilizado estas resonancias para sus estudios, sin poder validarlas con las suyas propias por el altísimo precio que tienen tanto la máquina (tres millones de dólares) como una exploración en sí (2.600 dólares en Estados Unidos, según 'Time').

Esto provoca que sea difícil hacer estudios a gran escala con una gran cantidad de pacientes pero, realizando su investigación, el científico sueco encontró una forma de evitar el problema: que los datos se compartan de forma gratuita para tener un intercambio cada vez mayor de estas pruebas, al igual que ha sucedido con este estudio. Aunque sea imposible analizarlos todos para determinar cuáles son defectuosos, esta nueva investigación da un toque de atención a este campo de investigación.

Los autores de la investigación compartieron sus conclusiones, antes de hacerlas públicas, con otros investigadores del campo y con los fabricantes (que publicaron una respuesta crítica). Lo que buscan ahora es una revisión y validación de los métodos en uso para la investigación cerebral y esto pasa, inevitablemente, por ser más abiertos a la hora de compartir el conocimiento.