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No estamos solos: nos acompaña una inmensa nube de microbios

Una investigación ha abordado un asunto poco estudiado hasta ahora: cómo se produce la dispersión de los microbios que 'caminan' a nuestro lado.

Cuando caminamos los microbios caminan con nosotros paulisson_miura en Flickr bajo licencia CC

¿Crees que estás totalmente solo en tu cuerpo? No es una pregunta existencial, pero si contestas que sí te estás equivocando: tú eres una parte... más de cien millones de cuerpos microscópicos que viven en tu cuerpo, una cantidad que multiplica por diez el número de células que lo forman.

Estos cuerpos viven contigo y se esparcen donde quiera que vayas. Hagas lo que hagas, estás rodeado de un aura de microbios que se mueven al ritmo de tus brazos o se expulsan cuando hablas. Si estás sentado también te acompañará, como si estuvieras en una burbuja, aunque el símil de la nube es mejor. El estudio del movimiento de estas nubes invisibles podría ayudar a averiguar cómo se transmiten los brotes de enfermedades o incluso podría ayudar en investigaciones criminales.

Siete científicos de la Universidad de Oregón se pusieron manos a la obra para responder a dos preguntas al respecto: ¿se puede detectar la nube bacteriológica? ¿se puede determinar a qué persona 'pertenece'?

El equipo realizó varios experimentos con voluntarios encerrados, uno de cada vez, en una sala ultralimpia, con un sistema de aire acondicionado que impedía entrar a particulas externas. Entre cada experimento el espacio se lavó y se trató con un bactericida y cada limpiador utilizó un equipo esterilizado de zapatos, guantes y máscaras.

En una primera fase de la prueba, los conejillos de Indias estuvieron sentados entre dos y cuatro horas, girando regularmente unos 60º, con el objetivo de que estuvieran frente a todas las paredes del cuarto.

En los resultados, además de saberse cuándo había alguien o no, pudieron ver que la nube bacteriana cambiaba totalmente de una persona a otra. Encontraron también bacterias presentes en unos y ausentes en otros y una distinta proporción de todas dependiendo de cada individuo. Cada persona tiene un perfil único, aunque, al contrario que el ADN o las huellas dactilares, puede cambiar con el tiempo.

Pero esta  huella propia de cada persona no servirá, de momento, para la ciencia forense, ya que las identificaciones han sido posibles porque se trataba de un ambiente muy controlado. Esto es algo casi imposible en la escena de un crimen en un ambiente por el que han pasado varias personas anterior y posteriormente. Vamos, que aquí la famosa frase policial “no contamines la escena del crimen” se tendría que aplicar a los propios investigadores.

En cualquier caso, seguir la línea de este estudio puede ser útil para investigar la propagación de las enfermedades infecciosas y prevenir mejor algunos brotes en hospitales. Las conclusiones obtenidas las han publicado en la revista 'PeerJ Computer Science'.

Una curiosidad final: la comunidad bacteriana más numerosa que vive con nosotros es la intestinal, algo que corrobora al estudio. Según cuenta James Meadow, uno de los autores, a 'Wired' “el mundo está cubierto de una fina pátina de heces” ¡Porca miseria!