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EXTRAÑAS CONSECUENCIAS TRAS ALCANZAR EL CLÍMAX
A menudo se compara con el estallido de unos fuegos artificiales: lleno de color, que irradia sensaciones explosivas y tiende a dejarnos en el rostro una sonrisa placentera. En cierto modo podría decirse que estamos igual de alegres que viendo un inicio de feria, sí, pero, ¿qué sucede realmente en el cuerpo después del orgasmo?
La ciencia tiene algunas respuestas, y no todas las experiencias postorgásmicas coinciden en mujeres y hombres.
Así de extrañamente bien nos quedamos después de alcanzar el clímax.
Éxtasis total (y más para ellas)
Una parte clave del orgasmo es que cuando lo estamos alcanzando nos domina una especie de visión de túnel y no percibimos apenas nada más de lo que ocurre a nuestro alrededor. No sólo se aplica a cosas como el ruido del timbre: nos volvemos ciegos ante otros estimulantes, ya sean físicos o mentales.
Y en las mujeres en particular estas sensaciones se agravan más. Un estudio realizado en el año 2005 en los Países Bajos demostró que las partes con las que el cerebro regula los sentimientos femeninos -la amígdala y el hipocampo- “se apagan durante la preparación hacia el orgasmo”. Nada de amor, ni mucho menos preocupaciones: los investigadores encontraron que nos centramos completamente en las sensaciones y el placer.
Las órdenes del cerebro para regular el comportamiento se apagan también, así que tampoco nos controlamos a nosotros mismos ni sentimos ningún temor o vergüenza ante lo que pueda pensar la otra persona. Gritos, gemidos, ronroneos, gestos... Lo que surja, oigan. Una vez que hemos llegado, volvemos a nuestros cuerpos y nuestras conciencias se recalibran. ¿Sabes esa sensación de 'madre mía, qué ha pasado'? Ahora sabes a qué se debe.
Felicidad total
Disfrutar de un orgasmo oxigena nuestro cerebro y pone en marcha nuestro corazón -tanto es así que, según ha confirmado un reciente estudio médico, se recomienda practicar sexo tras sufrir un infarto tanto como subir escaleras o dar un largo paseo-, por no hablar del ejercitamiento muscular y del de nuestros genitales.
Pero más allá de lo físico, lo cierto es que tras alcanzar el clímax los niveles de hormonas sexuales aumentan, y esto puede ayudar a reducir la depresión, la ansiedad y el estrés. ¿Qué mejor forma de aliviarte de las tensiones del día a día?
Derrochamos cariño
Cuando tenemos un orgasmo hay una revolución hormonal en nuestro cuerpo. La oxitocina, también conocida como la hormona de la felicidad, se hace fuerte y nos invade. Claro que esto ocurre sobre todo en las mujeres, de ahí la creencia común de que ellas buscan el abrazo mientras ellos se dan la vuelta.
Pero no es que estemos locas de amor y necesitemos la unión con el otro: un estudio realizado en 2013 en la Universidad de Connecticut encontró que las personas con niveles más altos de testosterona -que se dan generalmente en los hombres y sólo en algunas mujeres- no pueden experimentar la pulsión hacia los mimos derivada de la oxitocina porque la testosterona es antagónica a la misma y mitiga sus efectos.
Ya sea cosa de hombres o de mujeres, el hecho es que un buen chute de oxitocina conduce a sensaciones de confianza, seguridad y apertura emocional. Estamos ñoños perdidos claro, pero, ¿qué mejor momento para sentirse así que después de alcanzar el clímax con nuestro acompañante?
Un sueño placentero (de inmediato)
Tras el orgasmo, la presión sanguínea cae en picado -aquello que se dice de que tenemos la sangre concentrada en otro sitio es totalmente cierto- y, en la mayoría de los casos, nos sentimos cansados y adormilados.
No obstante, según explicaba en 2008 el 'Estudio sobre los hábitos del sueño en todo el mundo', parece que el sexo como somnífero es positivo sólo para ellos. “En el caso de los hombres se acelera en el proceso de descanso, pero la mujer, en cambio, permanece más tiempo estimulada y le cuesta más relajarse”, explicaba el doctor Eduard Estivill, director de la Unidad de Alteraciones del Sueño del Hospital General de Cataluña.
Pero que nadie se equivoque, no es ninguna desventaja: el hecho de que ellas continúen más rato estimuladas y no necesiten el famoso 'período de recuperación', es precisamente una de las causas de que les resulte más sencillo disfrutar de varios orgasmos durante una misma sesión de sexo.
Más buenas noticias: según asegura el sexólogo Ian Kerner, “después del primer clímax, los próximos son más fáciles y rápidos de conseguir”. ¿Por qué acostarse si la fiesta puede continuar?
Adiós, dolores
Probablemente ni te lo habías planteado, pero las endorfinas son lo más cercano a la morfina. Exacto: alivio inmediato para las dolencias. ¿Alguna vez has tenido un dolor de cabeza o molestias menstruales que misteriosamente se desvanecían después de una placentera sesión de sexo? Esto ocurre gracias a las endorfinas que aumentan nuestra tolerancia al dolor hasta en un 70%.
¡Basta de paracetamoles! Para acabar con las jaquecas y el malestar general disfrutemos de un buen orgasmo.