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TECNOLOGÍA COMESTIBLE
Un equipo de científicos estadounidenses ha desarrollado un método basado en el empleo de láser para transformar la comida, el papel o la ropa en este material conductor de la electricidad
Aunque pueda parecernos sumamente complejo, el grafeno no es otra cosa que una molécula muy fina compuesta de carbono. Este elemento está presente en multitud de objetos que utilizamos diariamente, así como en los alimentos. Por eso en la Universidad de Rice son capaces de convertir galletas y pan de molde en este material conductor de electricidad.
Los responsables de tal hazaña son un equipo de científicos liderado por el químico James Tour, que desarrollaron en el 2014 una técnica conocida como grafeno inducido por láser (LIG) que permite crear películas de esta sustancia. Ahora, tras años perfeccionando su método, lo han aplicado para crear circuitos electrónicos comestibles en alimentos.
Los investigadores, que han publicado sus logros en la revistaACS Nano, han empleado un láser industrial para transformar la superficie de tejidos, papel, cartón y comida en espuma de grafeno formando patrones. Como si estuvieran dibujando, pero “no es tinta”, ha aclarado Tour. El proceso se basa en “coger el material y convertirlo en grafeno”. En el caso del pan, este debe estar tostado para carbonizar la superficie.
En la primera pasada, el láser modifica fototérmicamente la superficie en carbono amorfo. Nuevos golpes de luz generan la espuma de grafeno o LIG. Gracias a las ciertas modificaciones en la aplicación de la técnica, Tour y sus colegas han logrado ampliar el abanico de materiales en los que funciona. Hasta ahora habían trabajado sobre todo con madera, coco y piel de patata.
Ahora, la tecnología puede aplicarse a cualquier sustancia que contenga una cantidad de carbono suficiente. El circuito electrónico resultante puede actuar como una etiqueta de identificación por radiofrecuencia (RFID) o un sensor biológico, entre otros usos.
“Muchas veces no vemos las ventajas de algo hasta que no está disponible”, ha señalado Tour. “Quizá todos los alimentos tendrán el futuro una pequeña etiqueta RFID que te dé información sobre dónde se han fabricado, cuánto tiempo han estado almacenados y cómo han llegado a tu mesa”, ha dicho el científico. La tecnología también podría emplearse como sensores para detectar la presencia de bacterias en la comida.