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DORMIR MENOS HORAS ANIMA A CONSUMIR APERITIVOS ALTOS EN GRASA
Si las calorías consumidas exceden las calorías gastadas, aumentaremos de peso; esto es un principio nutricional simple y es precisamente la causa por la que la mayoría de los programas de reducción de peso se centran en disminuir las calorías. La imposibilidad de seguir estas normas o dietas suele ser vista como una falta de dedicación, de voluntad, de motivación... pero cada vez existen más pruebas de que esa consabida “falta de voluntad” podría explicarse por cambios químicos y hormonales provenientes de la deficiencia de sueño.
No es algo nuevo. Muchos estudios ya han asociado la falta de sueño con la obesidad y el crecimiento exponencial de lo que ha venido a denominarse epidemia global de obesidad en los últimos 40 años, está íntimamente relacionada con una disminución progresiva de la cantidad de horas que dormimos habitualmente.
Si esta asociación es cierta, ¿de qué forma dormir menos está relacionado con el aumento de peso?
Un equipo de investigadores presentó en la revista 'Sleep' las conclusiones de un reciente estudio experimental, en el que evaluaron precisamente la cantidad de horas descansadas cada noche con el apetito. Así, observaron que los participantes, un grupo de adultos jóvenes y sanos que tuvieron que dormir 4,5 horas cada noche en vez de un sueño normal de 7-8 horas (durante 4 días que duró el experimento), tenían alterados los niveles de dos hormonas muy concretas: la grelina (que aumenta el apetito) y la leptina (que reduce el apetito). Los participantes a los que se les habían reducido las horas de sueño tenían niveles más altos de leptina que el grupo de control; esto es, sus hormonas variaron para favorecer un mayor apetito ante la falta de sueño.
Otros estudios ya habían llegado anteriormente a idénticas conclusiones, sin embargo, en esta investigación también se midió el consumo de aperitivos y los niveles de endocannabinoides (sustancias químicas que encienden el apetito, como la grelina y que estimulan el centro de recompensa del cerebro), hallando que los participantes que durmieron menos consumían muchos más aperitivos altos en grasas y proteínas y sus niveles de endocannabinoides aumentaron conforme se producía un mayor consumo de aperitivos.
Este hallazgo sugiere que la falta de sueño puede hacer que el acto de comer sea más satisfactorio de lo habitual, de ahí que dormir menos contribuya al aumento de peso mediante la estimulación del cerebro para hacer que comer sea más placentero. Si esto es así, la falta de voluntad no sería entonces una debilidad personal, sino más bien el resultado de un desequilibrio químico adictivo provocado por la pérdida de sueño.
Por tanto, dormir lo suficiente es importante para una salud óptima, y como herramienta en la lucha contra la obesidad.