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DE MANERA POSITIVA O NEGATIVA
El frío no le sienta demasiado bien al corazón. Una caída de 10 ºC en la temperatura ambiente aumenta en un 7% el riesgo de sufrir un infarto de miocardio con elevación del segmento ST (STEMI, por sus siglas en inglés), el tipo más grave de ataque al corazón, según explicaba el cardiólogo Shuangbo Liu en el último congreso de la Sociedad Europea de Cardiología.
Tanto es así que sus estudios en la ciudad canadiense de Manitoba, donde los inviernos son extremadamente gélidos, sugieren que midiendo la temperatura diurna se puede predecir el riesgo de experimentar un infarto en torno a dos días antes de que suceda.
No es éste el único riesgo para la salud que acarrea la bajada de las temperaturas. Los mamíferos tienen un mecanismo de supervivencia que hace que los vasos sanguíneos se contraigan cuando el mercurio desciende para conservar el calor y mantener la temperatura corporal. Pero esta estrategia es un arma de doble filo, porque aumenta la presión arterial, lo que favorece el acumulo de colesterol en las arterias, las trombosis, los infartos de miocardio y los infartos cerebrales, entre otras patologías.
Así, los hipertensos deben vigilar especialmente su tensión en los meses de invierno. Es más, algunas medidas tan simples como llevar guantes, bufanda y sombrero para minimizar la exposición de la piel al frío y evitar que los vasos se contraigan en exceso puede ayudarles, según explicaba Zhongjie Sun en 'American Journal of Physiology'.
A esto se le suma que los resfriados y la gripe están a la orden del día en la estación fría. En ese sentido un equipo de la Universidad de Yale demostró el año pasado que en parte se debe a que cuanto más desciende la temperatura corporal, más le cuesta al sistema inmune defendernos de los virus. “El consejo de las abuelas de mantener el cuerpo caliente y cubrirnos la nariz cuando los termómetros bajan para evitar resfriados tiene ahora un fundamento científico”, declaraba Akiko Iwasaki, coautor del estudio.
Hasta aquí lo malo
No obstante, las bajas temperaturas no sólo acarrean inconvenientes para salud, porque también tienen un lado positivo. Sin ir más lejos, pasar frío ayuda a quemar grasa corporal y previene la obesidad.
Un grupo de investigadores japoneses le puso números a este efecto: pasar dos horas al día a 17ºC durante seis semanas es suficiente para lograr un descenso visible de la grasa corporal. Dicho de otro modo, para combatir la epidemia de obesidad sería mejor no subir demasiado la calefacción cuando el frío arrecia.
Todo se debe a que el frío propicia la activación de la grasa marrón o “grasa buena”, que en lugar de acumularse en depósitos es quemada por el organismo para generar calor.
Y la cosa no acaba ahí: investigadores del Instituto de Ciencias de la Vida de la Universidad de Michigan identificaron hace poco un programa genético que hace que los gusanos vivan más tiempo en ambientes fríos y que, curiosamente, existe también en animales de sangre caliente, incluyendo a los humanos. “Esto plantea la fascinante posibilidad de que la exposición al aire frío pueda aumentar la longevidad en los mamíferos”, aseguraba Shawn Xu en la revista 'Cell'.