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O, AL MENOS, SU INTELIGENCIA
La inteligencia artificial está entrando con fuerza en el campo médico. Ya hay software capaz de detectar, con sólo una muestra de voz, una enfermedad coronaria o una depresión.
Desde este mes, los ciudadanos de Dinamarca que llamen a Emergencias serán atentamente escuchados por una inteligencia artificial. Su misión: detectar ataques al corazón. Para hacerlo, no necesita que el enfermo hable, ni siquiera que esté cerca del teléfono: basta con que gima a lo lejos.
El software responsable de ello registra y procesa hasta los más leves sonidos de fondo, y no le va mal: su índice de acierto descubriendo este tipo de afecciones es del 95%, mientras que el de los profesionales médicos, en las mismas circunstancias, es del 73%.
Es una de las más asombrosas aplicaciones de la inteligencia artificial al campo de la medicina, pero no la única.
Este mismo mes, el hospital John Radcliffe de Oxford ha estrenado un software llamado Ultromics que puede diagnosticar varias enfermedades del corazón a partir de los escáneres cardíacos de los pacientes.
Lo hace en segundos y con altísima fiabilidad (el error, ya lo sabemos, siempre es humano). Aunque todavía está en fase de pruebas, sus responsables calculan que este sistema podría ahorrar unos 300 millones de libras anuales al sistema público de salud británico.
El mismo hospital está desarrollando otro programa capaz de detectar algunos de los primeros síntomas del cáncer de pulmón. Lo hace en mucho menos tiempo que un humano, por lo que su implementación acortaría los plazos de espera adelantando el diagnóstico.
También los psiquiatras están explorando las posibilidades de la inteligencia artificial. En el departamento de psiquiatría de la Universidad de Nueva York llevan años analizando muestras de voz con el objetivo de desarrollar un software que pueda detectar el estrés postraumático o la depresión con sólo escuchar a los pacientes.
El programa, en fase de desarrollo, analiza el tono, el ritmo y la frecuencia de las voces a un nivel de detalle imposible para una persona para hacerlo. Y, además, aprende mientras lo hace. Los resultados, por el momento, son positivos. Un informe de 2015 reveló que la inteligencia artificial es capaz de diferenciar entre personas sanas y otras aquejadas con estrés postraumático con un índice de acierto del 77%.
Incluso la célebre Clínica Mayo está explorando este campo. En su caso, pretenden desarrollar un software que detecte enfermedades coronarias a partir de muestras de habla. Al parecer, este tipo de patologías alteran la voz de una forma muy determinada y sutil que, si bien no puede ser percibida por el oído humano, sí podría ser detectada por una máquina. De hecho, según los investigadores, esta herramienta podría usarse para diagnosticar una enfermedad coronaria antes incluso de que se manifestara.
Son sólo unos pocos ejemplos, pero señalan el camino. En un futuro más cercano de lo que parece nuestro propio teléfono será parte del botiquín, y salvará vidas. De hecho, ya las está salvando.