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LO HA HECHO EN UNA RESIDENCIA
La maniobra de Heimlich se inventó en la década de los '70, y es de conocimiento obligado para los que aprenden las nociones más básicas de primeros auxilios, ya que se pueden encontrar situaciones complicadas en las que a alguien se le va la comida “por otro lado”.
Hasta finales del mes pasado, el nonagenario inventor de la maniobra no tuvo oportunidad de practicarla con alguien en peligro, pero por fin pudo “sacarse la espinita” y, de paso, sacarle la comida a la compañera de residencia que sufrió ese momento crítico. Se había pasado décadas mostrando a millones de personas cómo hacerlo… y ha tenido que esperar a llegar casi a los cien años para hacerlo de verdad.
Todo sucedió el 23 de mayo, en un hogar de ancianos de Cincinnati, en Estados Unidos, a la hora de comer. Durante el almuerzo, a Patty Riss, compañera de mesa de 87 años del doctor, se le cambió el color de la cara: tenía toda la pinta de que la comida había pasado por la tráquea en lugar de por el esófago.
La anciana se estaba asfixiando, porque mantenía la boca abierta pero no podía emitir señal alguna de socorro. La señora contó al 'New York Times' que recuerda haber pedido hamburguesa para comer y, poco después, sintió que no podía seguir respirando. La única salida posible era expulsarla mediante un ataque de tos provocado para terminar con la obstrucción de sus vías respiratorias.
Al ver el rostro de la mujer de color azul, Heimlich entró en acción. Así lo cuenta al diario neoyorquino: “Me coloqué detrás de su silla e intenté que su espalda estuviera lo más recta posible, para poder abarcarla con mis brazos”.
Después de esto cerró el puño con su mano derecha, sujetando a la mujer, y colocó el dedo pulgar justo por encima del ombligo y por debajo de su pecho, presionando dos veces. Con ese movimiento pudo liberar las vías respiratorias de la mujer, que expulsó el trozo de carne que se había quedado atascado.
Tanto Heimlich como su hijo han declarado que era la primera vez que la ponía en práctica, un titular perfecto para una noticia con final feliz. Sin embargo, hay un registro de 2003 que recoge, sin mucha exactitud, una situación similar aunque con un hombre y con unos cuantos años menos, y otro de 2006 sin muchos detalles tampoco. Phil Heimlich, el hijo del cirujano asegura que su padre nunca le ha hablado de estos hechos pasados, por lo que asume que sí es la primera vez que se luce con su ‘invento’.
Cientos de miles de personas le deben la vida a esta compresión de los pulmones que hace que el objeto extraño salga expulsado hasta la boca. Al señor Heimlich le ha valido entrar en la historia, que su apellido se conozca a lo ancho y largo del mundo… y ahora, ser el anciano más popular de su residencia. Seguro que no le faltan solicitudes de compañeros de mesa para comer.