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LA INTERSEXUALIDAD NO ES ANTINATURAL
La reciente campaña transfóbica de HazteOir.org ha puesto de nuevo en el punto de mira del debate social si la transexualidad es antinatural desde una visión ideológica. Pero la naturaleza nos indica justo lo contrario.
Hace unos días, el polémico autobús de HazteOír proclamaba que los niños nacen niños y la niñas, niñas, para siempre, y que nada cambia eso. Lo contrario, se sugiere, es antinatural o anormal, y debe procurarse reconducir o directamente borrar del currículo académico de los niños.
No obstante, en la naturaleza las cosas son son tan sencillas como la afirmación de que los machos nacen con los cromosomas XY y las hembras con dos cromosmas X.
Empecemos con los insectos: utilizan un sistema de determinación del sexo XO, es decir, que puedes encontrar machos que sean X y hembras XX. En el caso de las aves, utilizan el sistema ZW: los machos son ZZ y las hembras, ZW.
Los reptiles, por su parte, pueden ver determinado su sexo no por los cromosomas, sino por la temperatura ambiente al desarrollarse el huevo: los machos se desarrollan preferentemente en ambientes fríos, y las hembras en cálidos.
¿Habéis visto la película de Pixar 'Buscando a Nemo'? El protagonista, un pez payaso (Amphiprion ocellaris), puede cambiar de sexo durante su vida: si la hembra del grupo fallece, el macho se transforma en hembra. En el mundo de los peces es relativamente habitual también que existan casos de hermafroditismo en el que las hembras se transforman en machos, como es el caso del mero (Epinephelus guaza).
Otro ejemplo de cambio de sexo fortuito lo encontramos en algunos gusanos, como el Pseudoceros bifurcens, un platelminto que habita en las aguas australianas, a unos ocho metros de profundidad. Durante el apareamiento, dedican casi una hora a inyectarse esperma mutuamente, y el que lo consigue en primer lugar adoptará el rol de marcho y el fecundado, el de hembra.
El caso del hongo mucilaginoso, que es una sola célula visible a simple vista, es particularmente asombroso: son criaturas que generalmente tienen 13 sexos, aunque pueden llegar a tener hasta 500. Algunos hongos, de hecho, pueden llegar a tener 36.000 sexos.
¿Y en los humanos?
La intersexualidad es un término genérico que cubre varias condiciones que dan lugar a cuerpos con mezcla de partes masculinas y femeninas. Los intersexuales (o hermafroditas, como eran llamados hasta hace poco) pueden dividirse en muchos tipos en función de su origen fisiológico, como el síndrome de insensibilidad androgénica, la hiperplasia adrenocortical congénita o la disgenesia gonadal -o síndrome de Klinefelter-. Estas condiciones reflejan que se pueden ser hembra solo con un cromosoma X, o ser hombre teniendo dos cromosomas X si uno de los cromosomas tiene un gen SRY.
En autobús de HazteOír afirma que estamos engañados si nos dicen que alguien nació mujer y, transcurridos los años, se transforma en hombre, pero lo cierto es que biológicamente ocurre: el pene te puede crecer a los 12 años de edad.
Aproximadamente, uno de cada 2.000 bebés nace bajo condiciones intersexuales, es decir, que es más frecuente nacer intersexual que albino, por poner un ejemplo. Y todo ello no es ideología, sino biología, mucho más compleja y fascinante de lo que creemos, tanto en otras especies como en la nuestra. En otras palabras, estas condiciones son naturales y normales, aunque sean poco habituales, y negarlas es negar la biología más elemental.
Y, de nuevo, es el conocimiento de la naturaleza el que nos permitirá evitar que la simple ideología, o el fanatismo, niegue eventos naturales. Justo como ha hecho Trump al revocar oficialmente la orientación que protege a los estudiantes transgéneros en las escuelas públicas. El conocimiento, finalmente, ayudará a que los niños intersexuales o transgénero sean ellos mismos, con todo los beneficios que ello les reportará, como se publicó recientemente 'American Academy of Child and Adolescent Psychiatry'.
El mismo conocimiento que tiempo atrás ayudó a eliminar el estigma de homosexuales, afroamericanos, onanistas y cualquier otra característica que una ideología considere impura.