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SEGÚN UN NUEVO ESTUDIO
Tal vez no con tu ex, pero ¿a quién no le ha pasado? Los nombres que más usamos están almacenados en lugares del cerebro donde podemos acceder rápidamente.
Las corrientes eléctricas nerviosas viajan hasta allí porque lo han hecho muchas veces y hacen que ese camino tenga menos resistencia eléctrica y eso es algo que cuesta mucho cambiar.
Según los científicos, cuando llamamos a alguien por el nombre equivocado tendemos a confundirnos con otra persona que pertenece al mismo grupo en nuestra cabeza.
En el caso de los ex, está claro.
Hacemos la asociación porque con la persona anterior también se creó se ha creado una intimidad similar a una ya vivida.
Más curioso resulta que en muchas ocasiones llamamos sin querer, a nuestros familiares por el nombre de nuestra mascota.
Dicen que el roce hace el cariño, pero ahora además repetir mucho el nombre del perro le hace de la familia.