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¿CUALQUIER TIEMPO PASADO FUE MEJOR?

La nostalgia está de moda: ¿por qué nos atrae el recuerdo del tiempo pasado?

Añorar nuestros años de infancia y juventud se ha puesto de moda. Numerosos son los blogs, programa de televisión o publicaciones que nos retroceden al pasado, convirtiendo la nostalgia en un lucrativo negocio

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Remakes de películas, reposiciones televisivas, reedición de discos o la vuelta a los escenarios de viejos artistas que llevaban décadas en el olvido, nos transportan a una época que nos recuerda que –quizás- éramos más felices.

Y es que, tal y como escribió el poeta Jorge Manrique en el siglo XV, ‘cualquier tiempo pasado fue mejor’ o al menos lo es para nuestro cerebro, el cual entra en un estado de bienestar cada vez que nos reencontramos con algo que representa nuestra niñez o años de juventud.

Tenemos almacenados una serie de recuerdos que son gratificantes y -a no ser que se tratara de alguna experiencia traumática- no solemos remitirnos a aquellos momentos negativos, por lo que el reencontrarnos con un objeto de nuestro pasado o escuchar una vieja melodía nos rememora un tiempo en el que casi todo era nuevo y estaba por descubrir: nuestros primeros amigos, juegos, viajes, amores, besos…

Rememoramos nuestros días de escuela, fiestas de cumpleaños o aquellos veranos jugando toda la tarde en la calle... un simple pastelito de bollería industrial puede trasladarnos a nuestras meriendas tras salir de la escuela, a pesar de que, muy probablemente, solo lo comíamos en contadas ocasiones y lo que realmente merendábamos era un trozo de pan con chocolate o el típico bocata de chorizo.

Según vamos cumpliendo años se nos activa un archivo de sensaciones, olores y sabores que, en determinados momentos, cuando los sentimos, olemos o saboreamos de nuevo, nos trasportan automáticamente a varias décadas atrás. El simple visionado de una fotografía en el que aparece un lugar concreto puede recordarnos un especial momento vivido junto a nuestros progenitores, amigos o compañeros de escuela.

Y es que de todo esto saben –y mucho- los profesionales que se dedican a comercializar todo tipo de objetos que estén relacionados con el ‘momento revival’ y que han sabido sacar un buen rendimiento de ello. Saben que lo adquiriremos y compartiremos en nuestras redes sociales, porque, en definitiva, el ser nostálgicos nos convierte en seres más sociales.

Tenemos la necesidad de compartir con el resto de conocidos aquellas cosas que coleccionamos y nos recuerdan a nuestra infancia y el hacerlo nos hace sentirnos bien, pero, sobre todo, es mucho más positivo y gratificante para nosotros porque hay otras muchas personas que coinciden con esa misma sensación y vivencia.

Esto provoca que, irremediablemente, ese recuerdo colectivo compartido con otros muchos nos haga estar convencidos de que los tiempos que quedaron atrás fueron mejores, a pesar de que muy posiblemente el estado de bienestar en el que hoy en día nos ha tocado vivir sea en realidad muy superior al que teníamos décadas atrás.

Pero estos ataques de nostalgia que tan de moda se han puesto también tienen su parte negativa en algunos aspectos, debido a que el recuerdo de un tiempo pasado hace que una generación de personas subestime a las sucesivas, señalando que su época fue mucho mejor y, sobre todo, asegurando que el sistema educativo que ellos recibieron fue superior, saliendo más preparados que las generaciones posteriores.

Otro factor determinante para que haya triunfado el efecto nostálgico ha sido el acceso que tienen personas muy jóvenes –la llamada generación millennial- a toda una cultura de objetos revival que, aunque no la hayan vivido la conocen de referencia a través de sus padres y/o abuelos. Han quedado fascinados por la música o estética de hace varias décadas, convirtiéndose en unos auténticos consumidores de estos productos.

También cabe señalar que, curiosamente, años atrás –antes de darse inicio la moda a lo nostálgico- el hecho de vivir anclado en el pasado era señalado por los especialistas en psicología y comportamiento social como algo negativo, como una situación en la que aquellos que padecían de nostalgia presentaban cuadros de ansiedad, insomnio e incluso trastornos alimentarios.

Sin embargo hoy en día esta percepción sobre los nostálgicos ha cambiado totalmente y se tiene el convencimiento de que la nostalgia aporta un buen número de beneficios a la sociedad y a nuestra salud mental: aquellos individuos que comparten sus recuerdos y reviven experiencias pasadas suelen reducir más fácilmente su estrés, viven con mayor optimismo, se vuelven más sociables y hacen frente de un modo más eficaz a los problemas que les van surgiendo.

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