Astronomía, divulgación, descubrimientos, ecología, innovación...
NO TE AYUDARÁ NECESARIAMENTE A BAJAR ESOS KILOS DE MÁS
En la nutrición hay muchos mitos que poco a poco se están desterrando. Que si el huevo aumenta el colesterol, que si necesitamos consumir azúcar para tener energía… y que si el desayuno es la comida más importante del día. Parece que si no sales de casa bien cargado de café, cereales o tostadas no rendirás durante el resto del día. E incluso, que si no lo haces, tendrás problemas para perder paso.
Los nutricionistas llevan tiempo diciendo que el desayuno no es tan imprescindible. Y a partir de hoy cuentan con más argumentos. Un estudio de la Universidad de Monash, en Melbourne (Australia), analizó investigaciones previas sobre el consumo de desayuno y cambio de peso en países con altas rentas. En esas investigaciones, se analizaba a personas que desayunaban y a personas que no; en unas se medía los cambios en el peso corporal y en otras la ingesta de energía.
De acuerdo a sus conclusiones, el desayuno “podría no ser una buena estrategia para perder peso”. Por ello, recomiendan “precaución” cuando se recomiende el desayuno en adultos con aquel fin. El estudio también concluye que se necesitan otros adicionales para conocer el papel de los alimentos en el desayuno con el fin de controlar peso.
Según explica Flavia Cicuttini, profesora del departamento de Epidemiología y Medicina Preventiva de la Universidad de Monash y autora principal del estudio, ha explicado que la buena imagen del desayuno para perder perso viene de las ideas de que sacia durante mucho tiempo (y llevaría entonces a una menor ingesta calórica en el dia) y de que comer por la mañana incrementa la quema de calorías durate toda la jornada. Para ella, si a una persona le gusta desayunar, está bien. “Sin embargo”, añade, “no hay pruebas de que debamos animar a la gente a cambiar sus patrones de comida para incluir el desayuno, con el fin de evitar el aumento de peso o la obesidad”.
Cicuttini puntualiza que algunos de estos estudios demostraron que las personas que desayunaban perdían peso, pero no investigaban si había otros hábitos que influían en ello, como tener una dieta saludable o hábitos de vida beneficiosos para el cuerpo.