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750.000 personas mueren por enfermedades transmitidas por los mosquitos cada año
Se acerca el verano. Ya está a la vuelta de la esquina la estación de la playa, las tumbonas al sol, los chapuzones en la piscina, la vuelta ciclista a España, los mojitos y, cómo no, los dichosos mosquitos. Porque no se trata solo que las ronchas que causan sus picaduras resulten de lo más molestas. Resulta que, además, la saliva de los mosquitos desencadena una inesperada variedad de respuestas inmunes que afectan a nuestras defensas durante una semana.
De demostrarlo se han encargado investigadores de la Escuela de Medicina de Baylor en Texas (EE UU). Según exponen hoy en la revista PLOS Neglected Tropical Diseases, la saliva de este insecto es un elaborado cóctel de más de cien proteínas, algunas de ellas con funciones desconocidas, capaces de sacar de quicio a nuestras defensas.
Para probarlo, Megan B. Vogt y sus colegas desarrollaron un innovador experimento con ratones a los que les injertaron células madre hematopoyéticas, encargadas de producir los componentes del sistema inmune humano. A continuación hicieron que cuatro mosquitos libres de patógenos les picasen en las patas. Y se pusieron a analizar con ahínco todas las variaciones, por mínimas que fuesen, en los niveles y la actividad de los componentes del sistema inmune de esos "roedores humanizados".
Los cambios no se hicieron esperar. Con la saliva corriendo por sus venas y arterias, se dispararon los niveles de citoquinas, las proteínas proinflamatorias por excelencia. La saliva también puso ojo avizor a los linfocitos Th 1, que generalmente se ocupan de defendernos de los virus. Incluso entraron en acción los linfocitos Th2, vinculados con las respuestas alérgicas. Por si fuera poco, se produjo un aumento de las células NK (natural killers, en inglés), de los monocitos y de los macrófagos. En definitiva, todo el sistema inmune al retortero. El efecto se mantuvo hasta siete días después de la picadura. Y no solo se observó en la sangre, sino también en la piel y en la médula ósea.
"Este trabajo tiene implicaciones para el estudio de la saliva de los insectos hematófagos y sus efectos sobre nuestras defensas", concluye Vogt en su artículo. No hay que olvidar, añaden, que aproximadamente 750.000 personas mueren por enfermedades transmitidas por los mosquitos cada año, incluyendo la malaria, el dengue, el virus del Nilo Occidental, el zika y la fiebre chikungunya. Incluso se espera que su incidencia aumente debido a los cambios en el hábitat de estos insectos que causará el cambio climático.
"Sabemos que las infecciones con más graves cuando las transmiten los mosquitos que si, por ejemplo, inyectamos los mismos microbios con una aguja", aclaran los investigadores. Puede que esa diferencia se deba, precisamente, a la acción de las proteínas de la saliva. Y que conocerlas ayude a desarrollar mejores tratamientos y vacunas.