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¿PUEDE LA CIENCIA PREVENIR EL TERRORISMO?
Uno de los que más está haciendo para ver si la ciencia puede hacer algo contra el terrorismo es el Gobierno de los Estados Unidos. De hecho, la administración americana invierte una importante suma de dinero anual en investigaciones científicas cuyo objetivo es detectar a sujetos radicales antes de que lo sean.
En esas investigaciones toman parte psicólogos, sociólogos y matemáticos, pero los resultados están muy lejos de los ser satisfactorios.
Los sociólogos, por ejemplo, llevan tiempo buscando patrones comunes entre los terroristas, pero no consiguen ponerse de acuerdo ni siquiera en lo más básico. Por ejemplo, unos dicen que los terroristas son introvertidos y otros dicen que son extrovertidos. Unos, que son impulsivos y otros, que son reflexivos.
Jeff Victoroff, un psicólogo de la Universidad de California, considera que la investigación científica en torno al terrorismo es solo una vertiente de la teoría política. O sea, que de método científico no tiene absolutamente nada.
Hace unas semanas, el periódico The New York Times señalaba que emplear la ciencia para la detección de terroristas es una quimera en el mejor de los casos y una estupidez peligrosa en el peor. Y lo argumentaba con números.
Si en Estados Unidos el 99’9% de su población está conformada por buenos y pacíficos demócratas y solo un 0’1% por terroristas, cualquier error en su detección provocará el inevitable encarcelamiento de un inocente. En otras palabras: el porcentaje de terroristas es tan sumamente pequeño que la estadística no sirve para encontrarlos.
Eso no ha desanimado al Gobierno estadounidense, que tiene en marcha varios proyectos supuestamente científicos. Entre ellos, uno por el cual personas de la comunidad musulmana deben alertar a las autoridades si conocen a alguien que encaje con un determinado perfil psicosocial.
Por supuesto, a los defensores de los derechos civiles esto les parece una completa locura. Y lo es. Pero qué sabrán ellos de matemáticas.