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LA VIDA TRAS LA MUERTE Y OTRAS FABULACIONES
Una de las cosas que más miedo da a los humanos es la muerte. No llevamos muy bien eso de dejar de existir, y por eso desde que el hombre es hombre se ha acompañado de explicaciones fantásticas y creencias mágicas para soportar las dudas de aquello que no entiende y la angustia del vacío. Por decirlo de forma menos poética: los truenos responden a la ira de algún dios y la vida es sólo el paso previo a algo mejor si te portas bien.
Porque claro, si nadie vuelve tras la muerte es porque lo que hay ahí es mejor que la vida, ¿no? Lógica aplastante.
Pero ¿qué pasaría si sí volviera la gente tras la muerte? El mito de la vida más allá de la muerte, no en un sentido religioso ideal sino en uno más ligado al terror, siempre nos ha acompañado. Y, según el momento social, con mayor inclinación por uno u otro mito. Los zombies, por ejemplo, tan de moda en los últimos años, responden a la lectura social del miedo del individuo a la sociedad masiva en la que uno se diluye.
Porque piénsalo bien: un zombie no da miedo (asquito un poco, eso sí): son lentos, tontos y torpes. Pero cuando de verdad dan miedo los zombies es cuando te los encuentras en grupo, te rodean y no hay nada que hacer. Miedo a la masa, al aislamiento, a ser devorado por los demás... Literalmente.
Aunque tranquilo, los zombies no existen ¿No? Bueno, en verdad sí. Existen seres en este mundo capaces de controlar la voluntad motriz de otros, convirtiéndoles en zombies irracionales a su servicio. Pero eso no es exactamente un zombie. Un zombie es un muerto viviente, alguien que ha fallecido y resurge de forma incombustible en busca de carne humana.
No hay una visión clara y única para los zombies. Algunas películas, como 'Soy leyenda' o 'Resident Evil' (que en origen no era una película) los retrata como enfermos contagiados por un virus que acelera su metabolismo y, por tanto, su temperatura, por lo que viven alejados de la luz solar y necesitan ingerir grandes cantidades de energía.
La opción del virus masivo es factible (la humanidad ya ha vivido grandes plagasy vive desde hace años con el miedo a la gripe aviar y derivados). Lo que no es tan factible es que un virus haga cambiar tanto la forma del ser humano hasta modificar su apariencia, sus biorritmos y su dieta, además de anular su capacidad de pensar. Hay enfermedades degenerativas, pero no tan rápidas ni con efectos tan dispares (porque hay algunas funciones motrices o racionales que resultan perjudicadas en la teoría de la película, pero otras capacidades -como la física- son mejoradas). Vale, hay desarrollos mentales extraordinarios sobrevenidos por enfermedades o dolencias, pero no es el caso.
¿Y qué hay de The walking dead? También van a parar a la teoría del virus como origen de la enfermedad, pero lo que resulta son auténticos muertos vivientes, descompuestos, malolientes e inmunes a cualquier ataque salvo que dañe su cerebro. Por así decirlo, son seres que siempre tienen energía para seguir en una incansable búsqueda de alimento, insaciables e inagotables. Les puedes cortar en trozos, que siguen vivos.
Y eso es materialmente imposible: ni agua, ni un organismo funcionando que pueda digerir y sintetizar nada, ni sangre fluyendo para transportar oxígeno o nutrientes y limpiar. Son, en apariencia, sólo un cerebro controlando funciones motrices. Y no digas que conoces a gente que es así, que no cuela.
Su único sustento son los cuerpos de los demás, una dieta bastante pobre, como la de cualquiera que se alimente sólo de vegetales o, en el caso de los zombies, de carne. De hecho, según versiones, los zombies auténticos sólo se alimentarían de cerebros humanos. Si lo piensas, también los humanos se alimentan de vísceras (sesos, riñones, hígado, hasta tripa), pero salvo casos como el de Hannibal Lecter, que lobotomiza a una de sus víctimas y se come delante suyo lo que le acaba de filetear, no lo hacemos de forma exclusiva. Comemos más cosas. Las vísceras tienen proteinas y vitaminas, pero necesitamos más variedad que eso.
Otra de los aspectos que hacen que una plaga zombie sea difícilmente plausible es, además, lo rápido que mueren y resucitan según los relatos ficticios. Y lo desmejorados que están con apenas unos minutos de muerte, cuando en realidad los efectos de la decadencia y la corrupción postmortem comienzan a nivel interno a los tres días de fallecer. Luego ya están los mitos relativos al pelo, las uñas y esas cosas. Pero esa es otra historia.