Astronomía, divulgación, descubrimientos, ecología, innovación...
¿CREÍAS QUE HABÍAS SUPERADO HALLOWEEN?
¿Has vivido un Halloween realmente terrorífico? Con tanto vampiro y zombi suelto, más de uno se habrá llevado un susto de muerte. Aunque esta expresión no suele aludir a un fallecimiento real (solo es una exageración), lo cierto es que el terror en dosis demasiado altas puede llegar a provocar una verdadera defunción.
El cuerpo está diseñado para responder ante el miedo y lo hace preparándose para una inminente agresión. Ante el horror extremo, el organismo produce una reacción de estrés agudo, que consiste en liberar grandes cantidades de adrenalina para facilitar la huida o la lucha por si fueran necesarias.
Este neurotransmisor acelera el ritmo del cardiaco, dilata las pupilas e incrementa el flujo sanguíneo que riega los músculos. Dichos cambios son totalmente normales, pero en ocasiones aisladas, cuando la adrenalina se produce en niveles demasiado altos, puede dañar el corazón.
Para aumentar la velocidad del latido, la hormona hace que se abran los canales de calcio de las células. Al recibir mayor cantidad de este elemento, cambia su potencial eléctrico y provocan una fuerte contracción del músculo cardíaco.
Si continúan recibiendo elevadas concentraciones de calcio, los músculos no tienen tiempo de relajarse y la persona puede sufrir un tipo de arritmia llamada fibrilación ventricular debido al ritmo cardíaco rápido y caótico. Además, la presión sanguínea baja, y el riego no llega al cerebro, con lo que el individuo perdería la consciencia. Si no recibe asistencia médica, todas estas condiciones podrían finalmente causarle la muerte.