Astronomía, divulgación, descubrimientos, ecología, innovación...
Tiene una explicación científica
Tiene una explicación científica. Resulta que cuando el cuerpo identifica que a nivel nutritivo hay algún estrés que puede hacer que nos deshidratemos, inmediatamente se libera una hormona producida por el hígado llamada FGF21 que hace que el cerebro "mate por un vaso de agua".
Concretamente, esta molécula actúa a nivel del hipotálamo, donde activa de inmediato el mecanismo de la sed.
De acuerdo con un reciente estudio de la Universidad Southwestern de Texas (EE UU), la hormona FGF21 se libera a raudales cuando consumimos una dieta rica en grasas y baja en carbohidratos. Es decir, lo que los nutricionistas denominan dieta cetogénica. Pero no solo en ese caso.
Al consumir alcohol, los niveles de esta hormona de la sed también se disparan. Y alcanzan su pico máximo dos horas después del consumo. Todo porque el cuerpo sabe que el etanol que contiene las bebidas alcohólica favorece la eliminación de líquidos.
Incluso se sospecha que, en gran medida, la dolorosa resaca que sigue a una borrachera se debe a que el exceso de alcohol hace que el cerebro se deshidrate.
Lo interesante es que, una vez que la FGF21 empieza a correr por nuestras venas, en el cerebro se apaga el deseo de consumir azúcar y alcohol. A la vez que las neuronas lanzan un mensaje desesperado en rótulos luminosos: "¡Agua, por favor!"
Tan potente es el efecto que los investigadores creen que esta hormona podría usarse en un futuro no muy lejano para combatir el alcoholismo.
Si optas por saciar la sed con un refresco, el resultado es parecido. Cuando la glucosa que contienen las bebidas azucaradas alcanza la sangre, parte del agua que contienen tus células sale hacia el torrente sanguíneo para intentar restablecer el equilibrio.
En cuestión de minutos, las células notan que se están deshidratando y comienzan a mandar señales de alerta al cerebro para reponer líquidos. La sed aumenta. Solo que darle otro sorbo al refresco que tienes delante empeora aún más la situación. Y se convierte en la pescadilla que se muerde la cola.