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UNA EVOLUCIÓN PARA ADAPTARSE AL MEDIO

Por qué las fresas son rojas y los limones son amarillos

Los colores evolucionaron para coincidir con los más receptivos por las células visuales de los animales y que así estos pudieran propagar sus semillas. Una nueva investigación se ha puesto en los ojos de primates o aves (muy diferentes a los nuestros) para explicar a que se debe la variedad de tonos.

Rojo, limón, azul… Las frutas dan mucha alegría a la vista, y su abanico de colores también es muy bueno para la audiencia Pixabay

Rojo, naranja, amarillo, morado, verde… Muchos colores, fáciles de asociar a ciertas frutas. Sus tonos brillantes o más apagados son distintivos de su madurez o de su frescor. La ciencia también se ha preguntado por los tonos de estos alimentos y sus utilidades en la naturaleza. Investiga, en concreto, a qué se debe el color de cada una de ellas y si los animales las ven con el mismo color que nosotros.

La clave está en el interior del ojo de cada animal. Los pájaros, por ejemplo, tienen más células cono en los ojos (responsables de ver el color) que nosotros. Algunos mamíferos, en cambio, tienen menos que los humanos. Según explica Kim Valenta, profesora de la Universidad de Duke (Estados Unidos), solo algunos primates ven igual que nosotros.

Con respecto a los simios, las frutas que más consumen reflejan el espectro verde en mayor medida. En el caso de las aves, es el color rojo, el más fácil de distinguir entre el verde los árboles en los que viven; esto hace que busquen las frutas de ese color. Las plantas han ido evolucionando para mostrar esos tonos y que así los animales difundan sus semillas por la naturaleza. Para llegar a estas conclusiones, Valenta y otros investigadores han utilizado un espectómetro que les permitiera ponerse en los ojos de los animales. También, para ello, usaron ADN extraído de las heces de los animales.

También, las frutas desarrollan determinados colores por otras razones muy diferentes. Por ejemplo, para parecerse a sus ‘antepasados’ genéticos: las plantas dan frutos de ese color tan parecido al de otra planta porque comparten un mismo origen. También, como respuesta a protegerse de los rayos ultravioleta del sol, pueden desarrollar un color que refleje estos. A esto se suman variaciones de acuerdo al suelo, la temperatura ambiente o la latitud a la que crece.

Pero no todo es el arcoiris. Omer Nevo, investigador de la Universidad de Ulm (Alemania) y que ha participado con Valenta y otros expertos en el estudio, explica que, en ocasiones, “el olor es más importante para atraer animales cuyo sentido del olfato es más intenso que su vista”.

Desde finales del siglo XIX los científicos se han preguntado por el color de las frutas. Entonces ya se especulaba con que los colores fueron evolucionando para atraer a ciertos animales, que transportarían así sus semillas por los bosques. El debate, más de 100 años después, ha apoyado la idea de que gracias a los animales que se separaban evolucionó el color en las plantas tropicales. Nosotros, mientras tanto, seguiremos escogiendo la fruta con mejor apariencia en el supermercado.