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TE EXPLICAMOS EL MOTIVO

¿Por qué la fruta tiene menos sabor que antes?

Todos lo hemos notado. Y también lo hemos oído en infinidad de ocasiones, sobre todo por nuestros mayores. Antes, la fruta tenía un sabor y un olor especial que no se corresponde con el actual.

Frutapixabay

Con el paso del tiempo la fruta ya no es lo que era. No tiene el sabor de antes y muchas ni siquiera conservan su característico y dulce sabor. ¿Por qué motivo? Intereses puramente comerciales han sido los que han conducido a que la fruta haya ido perdiendo tanto sabor como dulzura. Todo se debe a que los agricultores han intentado, de un tiempo a esta parte, obtener la máxima producción en el menor tiempo posible. ¿Cómo hacerlo? Recolectando la fruta cuando aún está verde, no en el momento idóneo para su recogida.

Para o cortar de raíz el proceso natural de maduración de las frutas inhibe la producción de las principales moléculas del sabor y el aroma, como es el caso del etileno, un gas responsable de la síntesis de ciertos azúcares y de la reducción de la acidez del fruto. El productor ha preferido mejorar el rendimiento de su producción para que consigan muchas más unidades por planta o árbol y que sean menos “aptas” para sufrir plagas o enfermedades y que nos aguanten mucho más tiempo en el frigorífico también.

Bayas diversas | pixabay

Tampoco hay que olvidar que últimamente si algo no nos entra por la vista, no queremos comprarlo. Esto ha llevado a los comerciantes a prestar mayor atención al aspecto exterior de las frutas en vez de al interior, a su sabor y textura.

¿Quién tiene la culpa?

Está claro que todos hemos puesto nuestro granito de arena para llegar a este punto. Los consumidores también han inclinado la balanza. Cada vez somos más cómodos y más quisquillosos con los productos que comemos. Queremos la fruta más bonita, más perfecta, de mejor aspecto.

Hemos pasado de esperar a que hubiera productos de temporada (En España, por ejemplo, la temporada de la fresa es de enero a junio, la cereza de abril a julio, el níspero de marzo a junio, el albaricoque de abril a septiembre, el melocotón de abril a octubre, la ciruela de abril a septiembre, el melón de mayo a octubre, la sandía de mayo a septiembre o el membrillo de julio a octubre) a que “necesitemos” que las frutas estén disponibles la mayor parte del año, que las frutas sean grandes, carnosas, que no tengan manchas o golpes, que sean duras... todo nos lleva al mismo punto. Las exigencias se han cobrado un precio por el camino.

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