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CIENTÍFICOS OLVIDADOS POR LA HISTORIA

Qué hace un científico sevillano como tú, en un cráter de la Luna

Existen científicos ilustres -locales o nacionales-, que pasan desapercibidos en la Historia, pero la Ciencia los pone en su lugar, aunque tenga que hacerlo cuando le dan nombre a un cráter de la Luna. El científico sevillano Abu Muhammad Jabir ibn Aflah es uno de ellos.  

Ilustración Raquel Garcia Ulldemollins

No sé si una colonia en Marte, pero, como sigamos así, algo tendremos que pensar los españoles para escapar de la debacle (y la vergüenza nacional) a la que asistimos. No sé si en la parte guay de Europa queda sitio para todos nosotros, no hay que olvidar que, entre otros, ya han asilado a muchísimos de nuestros cerebros fugados.

Y lo que nos queda, morena, si el Gobierno no se preocupa de salvar al CSIC.  En fin, siempre nos quedará el país del gran hermano que todo lo ve... o la Luna. Yo preferiría irme a la Luna. Más romántico, ¿no les parece?

Son varios los españoles que ya están allí, metafóricamente hablando, claro. Ilustres compatriotas que han merecido dejar sus nombres en algún accidente geográfico de la Luna: Al_Bakri, Alfonso X, Arzachel, Vasco Núñez de Balboa, Miguel Ángel Catalán, Abraham ibn Ezra, Abbas Ibn Firnas, Santiago Ramón y Cajal, Avempace, Averroes, San Isidoro de Sevilla, Seneca...

Pero como yo soy matemática y de Sevilla, voy a hablarles de un paisano y colega, que no es muy conocido, pero cuyos trabajos como matemático y astrónomo, le valieron dejar su impronta en un cráter de la Luna: Abu Muhammad Jabir ibn Aflah (conocido como Geber tras latinizar su nombre), astrónomo y matemático del siglo XII, que se ha merecido dejar su nombre en nuestro idolatrado satélite, concretamente a un cráter lunar.

No es fácil encontrar información sobre Jabir, pero se acepta que nació en Sevilla puesto que en algunos de los manuscritos en los que se nombran sus trabajos de astronomía se le llama 'el sevillano'. Bueno, en realidad, 'al-Ishbili'. Aunque quizás la prueba más concluyente de este hecho es la mención del mismo en los textos de Maimónides como  'Ibn Aflah de Sevilla'. Yo me doy por satisfecha, ¿que no?

Aquí, a mi paisano, entre otros méritos, le corresponde el de haber escrito una corrección a los tratados de, nada más y nada menos, que Ptolomeo.

Y es que el astrónomo griego (greco-egipcio, para ser más exactos, que no quiero herir sensibilidades patrióticas, que está el ambiente crispao) sostenía la teoría de que Venus y Mercurio estaban entre el Sol y la Luna, por ejemplo.

Sus trabajos, los de Ibn Aflah, además influenciaron también a los matemáticos y astrónomos posteriores a él hasta el punto de que (aquí bajo la voz que voy a soltar un cotilleo) hay quien dice por ahí, concretamente Gerolamao Cardano, que Regiomontano hizo un 'corta y pega' sin citar  de la trigonometría esférica de Jabir en su obra De triangulis.

Se ve que a este no le dio tiempo a formatear el disco duro antes de que lo pillaran... Que no, que hasta el siglo XVI no pilló Cardano  al plagiador, y para entonces Regiomontano sufría ya poco con estas acusaciones.

Cotilleos aparte, Jabir Ibn Aflah  también es reconocido como el creador del torquetum, uno de los primeros instrumentos usados en Astronomía.  El torquetum se utilizaba para realizar medidas usando tres tipos de coordenadas astronómicas: las coordenadas altacimutales (posición respecto al horizonte), las coordenadas ecuatoriales y las coordenadas eclípticas.

Sin entrar en detalles para explicar qué significan cada una de estas coordenadas, déjenme que les cuente que este aparatito puede ser considerado como una innovadora (¡en el siglo XII!) computadora analógica.

Sí, efectivamente. El torquetum no solo realizaba mediciones en las coordenadas mencionadas anteriormente, también las transformaba de unas a otras sin necesidad de realizar ningún otro cálculo.  Y, luego, oye, lo bonito que es...

En nuestro grupo de investigación de Matemática Discreta (que otro día explicamos qué es), lo adoptamos como símbolo del mismo, en honor a este matemático sevillano ilustre.

No se vayan todavía, ¡aún hay más! Según la hipótesis que sugiere la profesora Alicia M. Canto en “Los viajes del caballero inglés John Breval a España y Portugal”, pudiera ser que Jabir fuese el diseñador del alminar que, más tarde, sería la Giralda y que habría sido el primer observatorio astronómico de Europa. ¡Toma ya!

No deja de ser una hipótesis, pero a mí me gusta pensar que es así cuando miro al cielo en las noches sevillanas en la que la Luna, con su cráter dedicado a nuestro Jabir ibn Aflah, se asoma a charlar con la Giralda...