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RECORDAMOS MEJOR SUS ROSTROS
Nuestro cerebro está más preparado para memorizar rostros y rasgos físicos que nombres. Por eso en infinidad de ocasiones nos ha ocurrido que tras presentarnos a alguien, ya sea en grupo o a sólo una persona, hemos olvidado por completo cómo se llamaba apenas un instante después.
A todos nos ha pasado alguna vez que, tras acudir a un evento en el que nos han presentado a varias personas a la vez, instantes después somos incapaces de recordar el nombre de la mayoría de ellos.
Varios son los motivos por los que nuestra memoria nos juega esta mala pasada, pero principalmente suele suceder porque nuestro cerebro está más preparado para memorizar rasgos y peculiaridades físicas que los nombres propios.
Y es que muchas son las veces en las que nosotros mismos, tras conocer a alguien, hemos comenzado a observarlo y a pensar que esa persona no tiene cara de llamarse 'fulanito' y que le encajaría mucho más otro nombre como 'menganito'. Este pequeño detalle, por insignificante que parezca, provoca que inmediatamente ya se haya esfumado de nuestra cabeza el nombre que nos habían dicho hacía tan solo un instante y que, cada vez que veamos de nuevo a esa persona, acuda a nuestra mente aquel nombre que habíamos supuesto que le encajaba mejor.
Otro de los motivos por el que tenemos ese lapsus con los nombres tiene mucho que ver con el lugar y el entorno en el que conocemos a esas nuevas personas.
Si es en un evento, al que ha acudido mucha gente, estamos rodeados y por un momento nos convertimos en el centro de atención, nuestro cerebro tiende a ponerse en modo ‘defensa’ y sólo procesa aquellos datos que pueden ser de vital interés para nuestra subsistencia, de ahí que sea más práctico memorizar rostros que nombres.
También influye, y mucho, lo nerviosos que podamos estar en aquel entorno y si somos de carácter introvertido. Estamos más pendientes de caer bien, pensar una frase ingeniosa con la que presentarnos o contestar el saludo, motivo por el que no prestamos toda la atención que merece nuestro anfitrión cuando nos presenta a otras personas.
Tampoco podemos obviar que a la hora de conocer a alguien nuevo no todo el mundo nos entra por los ojos a la primera y muchas son las ocasiones en las que en una primera impresión la persona que tenemos frente a nosotros no nos interesa demasiado, no empatizamos con ella o simplemente no es de nuestro agrado. Es por eso por lo que cualquier dato sobre esa persona será irrelevante para nosotros y no prestamos atención a memorizar cómo se llama.
Dependiendo del lugar que sea, también tiene mucho que ver el hecho de que nos vayan presentando una persona tras otra: en cuanto conocemos a una persona nueva ya se nos habrá olvidado la mayoría de datos de la anterior.
El lugar y entorno dónde conocemos a esas nuevas personas influye en gran manera, debido a que muchas son las ocasiones en las que se duplicará la información que recibimos. Por poner un ejemplo, si asistimos a un seminario sobre ornitología la inmensa mayoría de personas que nos presenten estarán relacionadas con las aves y en las conversaciones que mantengamos prácticamente todo lo que digan tendrá algo que ver con los pájaros, por lo que una vez tras otra todos los datos que no proporcionen los diferentes individuos serán prácticamente iguales.
Evidentemente, todo esto es muy generalizado y existe quien tiene la habilidad de poder memorizar todos los datos y nombres, pero por norma general a la mayoría se nos podría englobar dentro de los que se conoce como ‘individuos con memoria de trabajo’. Dicho de otro modo, aquellos que retenemos unos pocos datos a la vez durante un corto periodo de tiempo y memorizamos sólo parte de ello para seguir recibiendo nueva información de la que nuevamente nuestro cerebro se quedará con una mínima parte.
Claro que siempre hay excepciones y puede que haya alguien que por algo que diga o ya sea porque nos atraiga mucho más que otras personas, retendremos más fácilmente su nombre...