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HIGIENE EN EL HOGAR
A pesar de pasar cada noche de media entre seis y ocho horas en la cama convirtiéndola en un nido de bacterias, no cambiar las sábanas no perjudica directamente nuestra salud.
Llegar a casa tras una larga jornada laboral y meterse entre sábanas limpias es uno de los grandes placeres de la vida. Sin embargo, más allá de disfrutar de esa sensación de bienestar, nada nos garantiza que esa noche no durmamos entre bacterias.
Esto se debe a que nuestro cuerpo, por muy limpio que esté, desprende constantemente cientos y cientos de microorganismos que pueden perjudicarnos. Así que dará lo mismo que cambiemos nuestra ropa de cama con frecuencia.
Según un estudio de la Sociedad Estadounidense de Química, nuestra epidermis se regenera cada entre dos y cuatro semanas. Esto supone el desprendimiento de gran cantidad de células muertas que cada día dejamos en nuestra ropa y, por supuesto, también en nuestras sábanas. A esto se une el sudor producido por entre dos y cinco millones de glándulas sudoríparas con las que contamos. Y, por si fuera poco, se suma a lo anterior la gran variedad de microorganismos (bacterias, hongos y virus) que viven en nuestro organismo. Sin ir más lejos, los científicos estiman que tenemos más células bacterianas que humanas.
Así, noche tras noche todo ello acaba en nuestra cama. Sin embargo, que todos estos microbios sean un prejuicio directo para nuestra salud no está cien por cien probado.
Parece exagerado pensar que si tenemos una herida abierta se nos vaya a infectar por tener unas sábanas sucias, o que nuestras células muertas atraigan a una horda de ácaros que nos produzcan una reacción alérgica. Incluso cuando estemos enfermos e infinidad de gérmenes campen a sus anchas en nuestra cama, su acumulación no tiene por qué perjudicarnos.
Ahora bien, esto no significa que estemos a salvo: no cambiar nuestra ropa de cama aumenta los riesgos de sufrir estas consecuencias. Así que aunque en la mayoría de las ocasiones no ocurra nada, sí es una cuestión de higiene personal. Queda en manos de la persona que cada noche tenga que dormir entre las sábanas... acompañado por miles de visitantes.