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LA CIENCIA MODERNA HA DADO LAS RESPUESTAS

¿Con qué sueñan los que se mueren mientras duermen?

Los sueños y sus interpretaciones han sido debilidad del hombre desde que es hombre. Hay dibujos en tablas de arcilla de hace más de 4.000 años, escritos y tratados babilónicos. Sacerdotes e intérpretes de sueños en la cultura egipcia. Hasta el mismísimo Hipócrates utilizaba los sueños para diagnosticar enfermedades. Pero es la ciencia moderna la que ha dado las respuestas más verosímiles a la parte onírica de nuestra existencia

La Pesadilla. Escultura de by Eugène Thivier (1894). Wikipedia

Hay un rango donde la fábula, las creencias y la fe imaginan respuestas para lo que todavía nadie puede explicar. Es es momento previo a la muerte. Allí donde el método científico tiene mayor dificultad de recolectar pruebas por ser un viaje sin retorno.

Aún así un estudio ha intentado acotar y explicar los procesos de las mentes dormidas en las fases previas al fallecimiento ¿Qué sueñan los que se están muriendo? ¿Cómo reacciona la mente ante un fatal desenlace?

Los sueños más cortos, aquellos que dan más pistas por su conexión con la realidad y los estímulos, se producen en la fase I y II del NMOR (sin movimientos oculares rápidos), lo que corresponde a la fase primera de adormecimiento. Allí donde los sueños tienen más conexiones con las cosas que pasan a nuestro alrededor.

En esta fase un ruido exterior puede ser el guionista de nuestro sueño. Nuestra mente puede diseñar una historia en centésimas de segundo cuyo final sea el ruido que captan nuestros oídos. La caída de un libro puede ser una bomba en una pesadilla. El timbre del teléfono puede incorporarse a nuestra aventura. Una noche de resaca suele ser un sueño movidito. Es lo que se llama incorporación del sueño.

Es ahí donde un dolor, un infarto, o un ictus real con fatal desenlace podrían incorporarse como protagonistas funestos a nuestro sueño. Antes incluso de que nos despierten o nos hagan pasar directamente a la incosciencia. Serían sueños agónicos. Pesadillas muy reales donde nuestros dolor real se confundiría con la parte virtual imaginada. Una pesadilla que acabaría en consciencia del dolor si llegamos a despertamos, o quién sabe, en el último recuerdo que procese el prosencéfalo basal, la parte de nuestro cerebro encargada del sueño.

Esa es una posible interpretación del último sueño… pero ¿y la gente que no se muere súbitamente? Ahí la ciencia lo tiene más fácil. Investigadores de la agencia de Hospicios y Cuidados Paliativos norteamericana hicieron un estudio al respecto a 63 enfermos terminales durante 18 meses.

Los científicos anotaron y estudiaron todos y cada uno de los sueños que tenían los distintos pacientes conforme llegaban al desenlace. El análisis daba una prevalencia de los sueños delirantes, pesadillas rodeadas de medicación, fiebres y dolor. Lo normal en una incorporación al sueño de estímulos propios de enfermos terminales. Ellos relataban sensaciones muy reales durante el sueño y cargadas de componente emocional. Muy probablemente el dolor les hacía permanecer más tiempo en la fase II NMOR, allí donde más importancia tienen los estímulos exteriores en sus pesadillas.

Para el resto de sus sueños, en fases más profundas, los investigadores destacaron una componente todavía emocional pero más profunda. Los pacientes tenían sueños relacionados con sus familiares (vivos y muertos) y todo aquello que le pasa por la cabeza a una persona en esas condiciones durante sus últimos días.

La conclusión es que los pacientes terminales encuentran en estos sueños más profundos una fuente de consuelo a su situación de dolor, un mecanismo de defensa para poder descansar la mente del estrés emocional. La luz al final del túnel es solo una interpretación onírica más del placer que nos quiere regalar nuestra mente cuando descansamos.