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CURIOSIDADES CIENTÍFICAS

¿Por qué los tsunamis impactan con más fuerza en las playas?

Las matemáticas sirven para explicar por qué un tsunami es mucho más letal en la orilla, a pesar de que en alta mar se mueve muchísimo más rápido

Si hay un tsunami, no te acerques a la costa Raquel Garcia Ulldemollins

Todos hemos visto las aterradoras imágenes de los tsunamis en el océano Índico en Navidad de 2004, recogidos en la película 'Lo imposible', o el más reciente de Japón en 2011. Todos tenemos claro que un tsunami de dichas magnitudes está producido por un terremoto producido en el mar, pero surgen numerosas preguntas: ¿Todos los terremotos cuyo epicentro se localiza en el mar produce un tsunami? ¿A qué velocidad se desplaza? ¿Qué altura puede alcanzar?

La respuesta a la primera pregunta es “no” y las otras dos “depende”. Vamos a verlo.

En primer lugar, para que se produzca un tsunami, necesitamos que las aguas se desplacen. Eso sucede cuando un terremoto provoca un corrimiento vertical de tierras en el fondo marino, lo que obliga al desplazamiento de agua para acomodarse a la nueva orografía del fondo.

Dicho de otra forma: si no se produce ese corrimiento vertical, por ejemplo si dos placas se desplazan una horizontalmente sobre la otra, no se genera un tsunami. Bueno, también puede ocurrir por el impacto de un meteorito (el que causó la extinción de los dinosaurios tras caer cerca de la península del Yucatán, que se supone que generó olas de cerca de 100 metros de altura y no ha sido el mayor en este sentido)

Una vez producido el maremoto, la onda se desplaza a una velocidad que se sabe calcular (es la raíz cuadrada del producto de la profundidad del fondo con respecto a la superficie del mar en ese punto por la fuerza de la gravedad terrestre).

Esto quiere decir que en alta mar, un tsunami se desplaza a velocidades increíbles que pueden ser de más de 600 km/h. Si estás en alta mar y un tsunami va hacia ti no te escapas ni con alas.

Entonces, ¿qué puedes hacer para intentar salvarte? Curiosamente, nada, ni falta que hace: en dichas circunstancias es como menos dañino es un tsunami porque, aunque se desplaza a dicha velocidad, la distancia entre cresta y cresta también es enorme, hasta de cientos de kilómetros, y la altura de la cresta puede ser de solo un metro, así que no es tan grave.

Pero cuando nos acercamos a la costa las cosas comienzan a cambiar. En primer lugar, la velocidad baja mucho según la fórmula que hemos mencionado antes, soliendo ser de menos de 100 km/h. Además, por otra parte se produce un importante fenómeno de disipación de la energía del tsunami. Efectivamente, aunque la altura de la cresta en alta mar es muy pequeña, al existir tanta distancia entre cresta y cresta y moverse a tan gran velocidad, la energía de un tsunami es tremenda. Al acercarse a la costa y romper la ola,  gran parte de esa energía se disipa.

Estas son las buenas noticias, todas lo demás son malas.

Aunque la velocidad decrece mucho al acercarnos a la costa, la distancia entre las crestas también se acorta enormemente y esto quiere decir que todo el agua que estaba entre dos crestas (que podían estar a centenares de kilómetros) se comprime a decenas de kilómetros, con lo cual la altura de la cresta se multiplica por 10 y mucho más otras veces. Así que nos encontramos una ingente masa de agua con una pared de entre 10 y 20 metros acercándose hasta la costa a cerca de 100 km/h.

Afortunadamente, un tsunami no suele romper cuando se acerca a la costa (salvo si es muy grande), lo cual hace que inunde la tierra la mayoría de las veces como una corriente creciente de agua, una especie de marea, lo cual permite algún tipo de movimiento evasivo.

Así que ya saben, si sospechan que se acerca un tsunami, si observan, por ejemplo, que el mar se aleja de la costa o que baja su nivel, huyan tierra adentro o salgan a navegar a alta mar, pero nunca, nunca, se acerquen a la playa, ni con sombrero ni con bikini de rayas.