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¿BUENA SOLUCIÓN?
Es una práctica muy común en los hogares de Asia, Oriente Medio y gran parte de los países europeos. Aunque no tanto en los del sur del viejo continente, como Italia, Francia, Portugal y España.
Para algunos, la costumbre de dejar los zapatos en la puerta de casa puede suponer solo una forma de ganar comodidad (por eso de calzarse las alpargatas lo antes posible), pero para otros es una forma de evitar que la suciedad y los gérmenes de la calle se cuelen en casa.
Sin embargo, puede que quienes no tengan este hábito se pregunten si realmente merece la pena adoptarlo. ¿Previene realmente la diseminación de microorganismos y otros agentes nocivos en los hogares?
Presencia de bacterias
El investigador de la Universidad de Arizona, Charles Gerba, ha estudiado las bacterias presentes en las suelas de los zapatos y dentro de los mismos, así como el papel que el calzado cumple en el movimiento de estos microbios desde suelos contaminados a otras superficies.
Entre las especies que Gerba y su equipo encontraron en el exterior de zapatos y zapatillas figuran la popular 'Escherichia coli' (presente en un 96% de los casos), 'Klebsiella pneumoniae' y 'Serratia ficaria' (menos comunes). La primera es responsable de infecciones urinarias, meningitis y diarreas, mientras que la segunda puede causar también infecciones urinarias, de heridas y neumonía. La tercera puede provocar infecciones respiratorias.
Según el científico, la habitual presencia de 'E. coli' indica "el contacto frecuente con materia fecal que, muy probablemente, tiene su origen en los suelos de baños públicos o por contacto con excrementos de animales en exteriores".
No obstante, hay que notar que el experimento incluyó a un número muy limitado de participantes, que no fue publicado en ninguna revista científica y que fue financiado por una empresa que quería probar calzado apto para lavadoras.
Otro trabajo más reciente, esta vez del investigador Kevin Garey (Universidad de Houston), detectó la bacteria 'Clostridium difficile' en el 26% de los zapatos analizados. El experto advertía que las alfombras de la entrada son una fuente de patógenos: "Puedes estar eliminando gérmenes, pero también añadiendo otros nuevos".
Mejor lávate las manos
Puede ocurrir que transfieras los gérmenes de los zapatos a tu organismo si los tocas y luego te llevas las manos a la cara o a la boca. Lo mismo puede pasar si comes alimentos que han caído al suelo (por mucho que sigas la regla de los cinco segundos).
Sin embargo, el calzado no es la única (ni la más importante) fuente de gérmenes en los hogares. Los fregaderos de las cocinas, las esponjas, los lavabos y los cepillos de dientes también son algunos de los escondites favoritos de los microbios.
Para Donald W. Schaffner, microbiólogo en la Universidad Rutgers de Nueva Jersey, hay otros factores más importantes para la dispersión de microorganismos patógenos, como el hecho de que haya animales o algún enfermo en la vivienda.
Además, uno de los vectores más importantes son las manos, que a diario entran en contacto con superficies poco higiénicas como las barras del metro, las monedas o las teclas de los cajeros automáticos. Para evitar que los gérmenes causen estragos, la estrategia más efectiva, según los expertos, es lavarse bien las manos con agua y jabón.
No obstante, dejar los zapatos en la entrada puede ayudar, sobre todo, en el caso de que haya niños pequeños en casa. Para los adultos, en general, el nivel de contaminación bacteriana del suelo no suele suponer un problema.
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