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ESE APETITO QUE SURGE ANTES DE SUFRIR LA RESACA
Una mala noche la tiene cualquiera y ahora entenderás por qué tu cuerpo te pide a gritos un poco de pasta después de haberte bebido el Nilo en formato espirituoso. Toma nota, porque, sí, hay alternativas más saludables y menos tediosas de preparar.
Sábado por la noche: fuiste a cenar; has salido de juerga hasta altas horas de la madrugada; has bailado todo lo que te han puesto –hasta tres veces ‘La bicicleta’, crees recordar–; te has bebido el equivalente al caudal del río Júcar porque tú eres así, que no mides; has triunfado lo que has podido, y acabas de llegar a casa en un recorrido en zigzag.
Tus ojitos y tus pies te piden cama desesperadamente, pero ¡oh!, ¿qué es eso? Es tu estómago, que te ruge pidiendo que le cebes antes de meterte al catre. Así que te pones a cocer pasta a la que luego añadirás tomate (con eso bastará. Para qué más) mientras suenan las voces desde la tele que te animan a jugar al póker online.
¿Es que acaso eres insaciable? ¿Por qué tu cuerpo te pide cenar de nuevo (o ya casi, más bien desayunar) de esa forma? No te creas que eres un ansias. No es nada raro ni estás solo en esto. Tu apetito voraz resacoso tiene una explicación científica. Y te la vamos a contar.
Una ‘penúltima’ ronda, pero de azúcar
La culpa de todo la tienen Yoko Ono... y el azúcar. Lo que ocurre, básicamente, es que el bebercio ingerido en exceso (en serio, aprende a beber con moderación) hace que se descontrolen los niveles de azúcar en sangre. Los niveles de glucosa bajan, y mucho, y provocan lo que se conoce como hipoglucemia: “El metabolismo del alcohol puede alterar el equilibrio de azúcar en la sangre por el agotamiento de su almacenamiento de glucógeno o hidratos de carbono”, explica en Prevention el gastroenterólogo y el control de peso médico Nitin Kumar.
El glucógeno es la fuente de energía favorita de tu cuerpo. Algo así como la gasolina que necesita de nuestro cuerpo para arrancar, aunque sea en primera y con las luces de emergencia puestas. Así, cuando hemos usado la mayor parte de nuestro glucógeno para metabolizar todos esos cubatas que nos hemos metido entre pecho entre pecho y espalda necesitamos más. Siguiendo el paralelismo con Daddy Yankee, ‘a tu cuerpo le gusta la gasolina’ así que tienes que darle más gasolina. En el caso que nos ocupa en formato glucógeno.
Las consecuencias de que el piloto de emergencia de combustible de tu cuerpo se encienda, las conoces: te despierta en ti un hambre bestial y necesitas apaciguarlo cuanto antes. Resulta que este polisacárido que tanto ansías proviene de los carbohidratos, de ahí que lo más probable es q te entre todo el antojo de comer pasta, pizza o un bocadillo bien contundente.
¡Ah! Y no nos olvidemos de la sal. Aunque te hayas hinchado a pipas aguasal en aquel tugurio, cuando tu cuerpo este deshidratado por culpa del alcohol te va a empezar a pedir a gritos cosas saladas. Dale su ración, pero, por favor, añade también agua para paliar su falta de líquido con algo que no contenga más de cuatro grados...
‘Pastero’, sé fuerte
Atención, consejo: por mucho que tengas debilidad y tu resistencia en ese estado sea mínima, en realidad lo más aconsejable es que en lugar de una hamburguesa o una pizza te comas algo más suave como unas galletas o un poco de pan –no toda la barra– que también elevan tu glucosa en sangre y además son bastante más fáciles de digerir que el ‘plataco’ de espaguetis que pensabas calzarte. Más alternativas saludables: vale que no es lo que más te apetece, pero también puedes recurrir a una pieza de fruta dejando que la fructosa te ayude a metabolizar el alcohol y –¡bonus!– a eliminarlo con mayor rapidez.