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SEGÚN PAPELES DESCLASIFICADOS DEL FBI
Richard Feynman participó en el Proyecto Manhattan para crear la primera bomba atómica, ganó un Nobel y, en general, se convirtió en uno de los científicos vivos más famosos en su país. Ahora, a la ristra de mitos y certezas sobre el físico, se suma otro capítulo desconocido: ¿fue Feynman un frío y calculador espía soviético?
Esa es la acusación incluida en una colección de centenares de documentos secretos que el FBI ha desclasificado recientemente. Las más de 300 páginas publicadas son testimonio de años de investigación y espionaje a los que fue sometido Feynman. Los documentos, que incluyen interrogatorios a amigos y compañeros del físico, han sido obtenidos gracias a la ley de transparencia de EEUU y analizados por la web Muckrock.
Sin que lo supiera, cada faceta de su vida fue motivo de escrutinio, desde sus posibles simpatías comunistas a las razones de la ruptura de su matrimonio.
“La mujer del investigado obtuvo el divorcio porque él estaba constantemente trabajando en problemas de cálculo, desde que se despertaba, mientras conducía, en la sala de estar y demás, y porque su único hobby era tocar tambores africanos”, señalaba un agente del FBI en 1958, basando su información en un artículo publicado en Los Angeles Times. “Su exmujer supuestamente testificó que, en varias ocasiones, cuando inconscientemente interrumpía sus cálculos o su percusión, él entraba en una cólera violenta, le atacaba, comenzaba a tirar objetos y dar golpes a los muebles”, resaltaba el agente.
El FBI había comenzado a investigar a Feynman a principios de la década de 1950. Para entonces la histeria se había desatado en el Gobierno, que culpó a algunos de los físicos que participaron en el Proyecto Manhattan para desarrollar la primera bomba atómica de ser espías pagados por los soviéticos. Los documentos desclasificados recogen interrogatorios con decenas de colegas y compañeros del famoso físico.
En su inmensa mayoría señalaban que Feynman era un excelente científico, que no le conocían simpatías comunistas y que su trayectoria era intachable. Pero el FBI siguió investigando, especialmente después de que, en 1955, Feynman recibiera una invitación de la Unión Soviética para asistir a un congreso sobre física en Moscú. El FBI se enteró de esta invitación al encontrar una copia rebuscando en la basura del embajador soviético Georgi Zaroubin y comenzó una procelosa investigación sobre las tendencias políticas de Feynman.
Aquello fue un gran ejemplo de lo tontos que pueden llegar a ser los servicios de inteligencia. Tras recibir la invitación, Feynman informó rápidamente al Departamento de Estado y pidió consejo sobre si debía ir o no a Moscú, algo que le apetecía pero que tenía evidentes implicaciones políticas por ser él uno de los padres de la bomba atómica. En su carta, el físico se ofrecía a cooperar con los intereses de EEUU en este asunto aunque esto supusiera asumir “riesgos”.
El FBI, enterado de la carta de Feynman, inició una nueva tanda de entrevistas con confidentes y personas cercanas a Feynman, pero ni este organismo ni el Departamento de Estado respondieron a la petición escrita del físico hasta más de dos meses después (diciéndole, sin muchos detalles, que no fuese).
Años después, Feynman fue considerado como posible asesor científico del presidente Eisenhower. El FBI comenzó entonces otra ronda de pesquisas, entrevistas y recolección de confidencias sobre su pasado y sus simpatías políticas. Ese año, un informante cuyo nombre ha sido borrado de los documentos desclasificados aseguró al FBI que Feynman era una persona calculadora, “peligrosa” y, muy posiblemente, comunista.
En una carta de siete páginas el confidente sugería que el físico era un espía que llevaba años reuniendo información sobre proyectos científicos y las personas con las que trabajaba y resaltaba que muchos rasgos le hacían sospechoso, entre ellos su mente analítica y su pasión por abrir cajas fuertes y descifrar códigos secretos. Por una vez el FBI no le dio mucha importancia a aquella carta (decenas de otros informantes habían declarado que Feynman era un físico excelente del que se desconocían simpatías comunistas). Es tentador, sin embargo, pensar en quién era aquel confidente y cuáles eran sus verdaderas intenciones respecto a Feynman, que cada vez era más valorado tanto por sus estudiantes como por sus colegas.
Pasados los años, Feynman dejó de ser objeto de escrutinio mientras su fama como científico y divulgador aumentaba. En 1965 ganó el Nobel por su contribución a la electrodinámica cuántica y poco después alumbró el prometedor futuro de la nanotecnología en una de sus conferencias más famosas: “Hay mucho más sitio al fondo”.